Una economía basada en el turismo presenta riesgos significativos para un país, ya que lo hace vulnerable a factores externos incontrolables, como crisis económicas globales, desastres naturales o pandemias, como ocurrió con la COVID-19.
Estos eventos pueden generar una desaceleración económica severa, aumento del desempleo y cierre de empresas. Además, la naturaleza estacional del turismo provoca ingresos inestables y empleos temporales, impidiendo un desarrollo sostenible.
La dependencia del turismo también puede desincentivar la diversificación económica, lo que limita la capacidad del país para enfrentar crisis en otros sectores.
La diversificación es clave para reducir estos riesgos. Fomentar otros sectores, como la agricultura, manufactura, tecnología y servicios financieros, brinda estabilidad y reduce la vulnerabilidad ante crisis en el turismo.
Asimismo, invertir en educación, infraestructura, emprendimiento e innovación fortalece el tejido económico, promoviendo el crecimiento de pequeñas y medianas empresas que generan empleo y resiliencia frente a choques externos.
Es fundamental también manejar de manera responsable los recursos naturales, ya que el turismo puede dañar paisajes y bienes culturales si no se gestiona de manera sostenible. Implementar políticas de turismo sostenible protege los ecosistemas locales y asegura un desarrollo económico balanceado.
Por último, los países deben adaptarse a los cambios en las tendencias turísticas globales.
Si bien invertir en infraestructura y marketing puede mantener el atractivo turístico, sólo una economía diversificada garantiza la estabilidad y el bienestar a largo plazo, protegiendo al país de crisis inesperadas que afecten al turismo. Sigamos fortaleciendo nuestro turismo