La reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, tras una sorpresiva victoria en 2024, ha puesto a la industria de viajes en alerta ante posibles cambios en políticas que podrían transformar el panorama actual. Este nuevo mandato podría significar ajustes profundos en áreas clave como visados, regulaciones empresariales, compromisos ambientales e inversiones en infraestructura.
Uno de los temas más sensibles es el flujo de visitantes internacionales. Durante la administración Biden, se impulsaron medidas para reducir los tiempos de espera de visados y facilitar el proceso de ingreso al país. Sin embargo, en su primer mandato, Trump endureció las políticas de visados, aplicando un mayor control a ciertos países. La posibilidad de que retome restricciones podría afectar la proyección de EE. UU. de recibir 90 millones de visitantes anuales para 2026, con consecuencias para aerolíneas, hoteles y otros sectores dependientes del turismo internacional.
En el ámbito empresarial, los ejecutivos del sector de viajes prevén que Trump retome una postura menos intervencionista en la regulación de fusiones y adquisiciones. Esto podría relajar la presión sobre aerolíneas y otros actores del turismo que enfrentaron un intenso escrutinio regulatorio bajo la administración Biden. No obstante, la protección al consumidor podría verse afectada, pues la administración anterior de Trump se mostró menos inclinada a imponer sanciones y regulaciones a empresas que no cumplieran con las políticas de reembolsos y accesibilidad.
La política ambiental es otra área que probablemente experimente cambios significativos. Trump, quien anteriormente retiró a EE. UU. del Acuerdo de París, es conocido por su postura menos estricta en temas climáticos. Para una industria que ha hecho avances hacia la sostenibilidad, un retroceso en incentivos como los destinados al combustible sostenible para aviación podría frenar el progreso hacia soluciones de viajes más ecológicas, aliviando, eso sí, los costos de cumplimiento para las empresas.
Las inversiones en infraestructura, que fueron impulsadas por el gobierno de Biden, ahora enfrentan un futuro incierto. Estas inversiones habían beneficiado tanto a aerolíneas como a hoteles, con proyectos de modernización de aeropuertos y mejoras viales que incentivaron la demanda de alojamiento y servicios de transporte. Si bien Trump ha apoyado proyectos de infraestructura en el pasado, su enfoque podría desviarse de estas iniciativas, afectando los planes de modernización tan necesarios para la industria.
En el ámbito fiscal y económico, Trump podría volver a impulsar una reducción en los impuestos corporativos, actualmente en un 21%, lo que generaría más capital para que las empresas del sector de viajes inviertan. Sin embargo, su inclinación hacia políticas de tarifas comerciales podría reavivar conflictos con socios como China, lo que aumentaría costos y potencialmente reduciría la demanda de servicios de viaje debido a una cadena de suministros afectada.
Por último, la política de inmigración también será clave. Si Trump retoma restricciones en el acceso a trabajadores temporales y extranjeros, sectores como hoteles y restaurantes, que ya enfrentan escasez de personal desde la pandemia, podrían ver un aumento en los costos laborales. Esta situación podría impulsar la adopción de tecnologías y servicios automatizados, transformando roles tradicionales en áreas de atención al cliente.
La vuelta de Trump plantea tanto retos como oportunidades para la industria de viajes. Mientras algunos ejecutivos ven con optimismo una posible relajación en la regulación, el camino hacia el crecimiento permanece incierto, y la industria deberá adaptarse a un entorno en constante cambio.