Una maleta perdida o retrasada puede convertir hasta un viaje de ensueño en un desastre. Después de su propio error, nuestro escritor fue tras bastidores para aprender cómo funciona el manejo de equipaje y por qué a veces sale mal.
Hace unos meses, justo antes del amanecer en el aeropuerto de Helsinki, vi con horror cómo mi maleta desaparecía por una puerta sin señalizar en el mostrador de facturación de una oficina de facturación de equipajes. La cinta transportadora se puso en marcha antes de que pudiera colocar la etiqueta escaneable de la maleta. Sin esa cuerda salvavidas, ¿dónde acabarían mis cosas? ¿Volvería a ver mi cepillo de dientes?
Afortunadamente, mi saga tuvo un final feliz. Pero no todo el mundo tiene la misma suerte. Según el Departamento de Transporte de Estados Unidos, cada año más de 2,8 millones de maletas sufren un “mal manejo”, es decir, se pierden, se dañan o se retrasan.