Si usted ha comenzado en el mundo del senderismo, notará que existen diferencias entre esta actividad, el trekking y la alta montaña. Aunque a menudo se usan como sinónimos, cada una tiene características específicas que definen su nivel de exigencia y el tipo de entorno en el que se desarrolla. Comprender estas diferencias no solo facilita la elección de la experiencia adecuada junto al equipo que usará, sino que también permite disfrutar de la naturaleza de manera más segura y consciente.
Para profundizar en estas diferencias, Entre Montañas conversó con Apata Colombia, una agencia que, desde hace más de ocho años, diseña experiencias en la naturaleza promoviendo el bienestar, la conexión y la construcción de paz. Su trabajo con comunidades rurales y firmantes del Acuerdo de Paz ha impulsado el ecoturismo como una alternativa económica sostenible, obteniendo reconocimientos como el Premio Nacional de Turismo y el World Tourism Market en Río de Janeiro por su impacto social en América Latina.
Desde su experiencia, Apata Colombia destaca que estas actividades pueden entenderse como una ruta que se va acomplejando más y va aumentando de exigencia. Por ejemplo, el senderismo es accesible, recreativo y técnicamente sencillo. El trekking o excursionismo implica mayor duración y esfuerzo físico, permitiendo una inmersión más prolongada en entornos naturales.
“Los senderistas buscan principalmente la conexión con la naturaleza, el ejercicio moderado y la contemplación paisajística. Esta actividad resulta ideal para personas de diversos niveles de condición física, funcionando como una excelente introducción al disfrute del medio natural”, aseguró la agencia.
Trekking: representa una evolución más exigente del senderismo, elevando tanto la duración como la complejidad. Sus características fundamentales incluyen:
Alta montaña: las actividades de alta montaña, representan la expresión más técnica y desafiante del mundo montañero:
Explica que el senderismo representa el punto de entrada más accesible dentro de las actividades montañeras. Su característica más destacable es su adaptabilidad a diferentes perfiles de condición física. Una persona con salud general adecuada y capacidad para caminar durante períodos moderados puede disfrutar perfectamente de senderos bien establecidos. Los recorridos suelen estar categorizados por niveles de dificultad, permitiendo la selección apropiada según la condición individual. La preparación específica no resulta estrictamente necesaria para rutas básicas, aunque siempre es recomendable mantener un mínimo de actividad física regular para mayor disfrute y seguridad.
El trekking, por su parte, eleva considerablemente las exigencias físicas respecto al senderismo. La naturaleza prolongada de estas travesías impone demandas sostenidas sobre el sistema cardiovascular y musculoesquelético. La resistencia aeróbica cobra especial importancia, pues el cuerpo debe mantener esfuerzos moderados durante muchas horas, día tras día. Adicionalmente, los terrenos irregulares y los desniveles pronunciados exigen mayor fortaleza en piernas y core, así como estabilidad articular.
“La preparación previa para el trekking resulta altamente recomendable e incluye idealmente programas de entrenamiento progresivos que desarrollen tanto la resistencia cardiovascular como la fortaleza muscular, especialmente en tren inferior. También es importante acostumbrar al cuerpo a caminar con peso adicional, simulando la carga de la mochila durante las travesías”, aseguró.
Por último, la escalada y actividades técnicas de alta montaña representan el extremo más exigente del espectro físico. Estas disciplinas demandan un conjunto complejo y especializado de capacidades físicas: fuerza específica en extremidades superiores e inferiores, coordinación neuromuscular, flexibilidad funcional y resistencia muscular localizada. El componente técnico amplifica estas exigencias, requiriendo entrenamiento específico no solo para desarrollar las capacidades físicas, sino también para dominar movimientos técnicos y manejar correctamente el equipamiento especializado. La preparación para estas actividades debe ser estructurada y progresiva, incluyendo entrenamiento de fuerza específico, trabajo de equilibrio, flexibilidad y resistencia.
“Un aspecto fundamental, pero frecuentemente subestimado, es la adaptación psicológica que cada actividad requiere. Mientras el senderismo permite una aproximación relativamente relajada, las actividades técnicas demandan concentración sostenida, gestión del miedo y capacidad para tomar decisiones bajo presión. Esta dimensión mental debe ser considerada parte integral de la preparación física, pues el estrés psicológico tiene impactos directos sobre el rendimiento físico y la seguridad”, subrayó la agencia.
“Para quienes desean adentrarse en el mundo del senderismo y progresar hacia niveles más exigentes, es fundamental desarrollar una familiarización gradual con el entorno montañoso. Por ejemplo, a través del senderismo, se fortalecen habilidades clave como la gestión del esfuerzo, la interpretación del terreno y la capacidad de adaptación a condiciones cambiantes. Por otro lado, cuando pensamos en trekking de varios días o en zonas más remotas, esta experiencia previa se convierte en un factor casi indispensable, pues la persona habrá desarrollado capacidades críticas como el conocimiento práctico sobre equipamiento, comprensión de señales corporales relacionadas con fatiga, habilidades básicas de orientación y desarrollo de rutinas eficientes para la gestión de recursos durante la actividad”, explicó la agencia.
La situación cambia radicalmente cuando abordamos la alta montaña, incluyendo el alpinismo y sus componentes técnicos como la escalada. En estas actividades, la experiencia previa constituye no solo una recomendación, sino un componente estructural de seguridad. Esta necesidad deriva de varios factores fundamentales:
“La progresión en alta montaña debe seguir una estructura pedagógica clara, comenzando invariablemente por actividades de menor complejidad técnica y riesgo. Cuando hablamos específicamente de componentes como la escalada dentro de la alta montaña, estos deben abordarse inicialmente en espacios controlados como rocódromos o escuelas de escalada bajo supervisión profesional”, dijo la agencia.
Otra cosa que debe consideras es el equipamiento necesario para cada una de las actividades, por ejemplo, el senderismo requiere un equipamiento básico pero fundamental, centrado en la comodidad, protección y hidratación. La indumentaria debe priorizar la transpirabilidad, permitiendo la evacuación del sudor mientras mantiene un confort térmico adecuado. Las botas de senderismo representan quizás el elemento más característico, ofreciendo soporte al tobillo y tracción en terrenos irregulares.
Por su parte, el trekking conserva los principios del senderismo pero exige un mayor nivel de autonomía y autosuficiencia. La mochila pasa a tener una capacidad considerablemente mayor (40-65 litros) para transportar el equipo necesario en travesías prolongadas. Además, incorpora la logística del pernocte, lo que añade complejidad al requerir una tienda de campaña ligera pero resistente a diversas condiciones climáticas, un sistema de descanso adecuado (esterilla aislante y saco de dormir acorde a las temperaturas previstas) y equipamiento para la preparación de alimentos, como un hornillo, combustible y utensilios básicos.
“La gestión alimentaria adquiere importancia crítica, necesitando planificación cuidadosa que equilibre peso, volumen, aporte calórico y facilidad de preparación. Los alimentos deshidratados, frutos secos y barritas energéticas suelen conformar la base de la alimentación en trekking por su favorable relación peso-energía. El filtrado o purificación de agua se vuelve relevante en travesías donde no se puede garantizar el acceso regular a fuentes seguras”, puntualizó.
La alta montaña, por otro lado, introduce equipamiento altamente especializado orientado tanto a la progresión técnica como a la seguridad en terrenos verticales y/o expuestos. El equipamiento de seguridad personal constituye la base: el casco protege contra caídas de piedras y golpes, el arnés distribuye correctamente las fuerzas en caso de caída, y los pies de gato (en escalada) o botas rígidas compatibles con crampones (en alpinismo) proporcionan la interfaz crítica con el terreno.
“Las actividades de montaña conllevan diversos riesgos que varían según la complejidad técnica y las condiciones ambientales de cada modalidad. Entender estos riesgos y sus correspondientes medidas preventivas resulta fundamental para disfrutar de estas experiencias con seguridad”, aseguro APATA.
Senderismo
Trekking:
El trekking comparte los riesgos del senderismo, pero los intensifica por su mayor duración y dificultad:
Alta montaña:
El nivel de exigencia y los peligros aumentan considerablemente:
Iniciarse en actividades de montaña representa una puerta hacia experiencias únicas, pero requiere una aproximación consciente y progresiva. A continuación, APATA brinda algunos consejos esenciales: