El turismo tiene un papel fundamental en nuestra economía, pero todo tiene un límite, y el modelo actual de turismo depredador y masivo supone un riesgo evidente para el bienestar de la ciudadanía, para nuestros entornos naturales y para el futuro del propio turismo.
Mientras la industria turística y muchas administraciones se encuentran en una carrera para meter cada vez más gente en los mismos espacios, la ciudadanía, las ciudades, los entornos naturales y la biodiversidad pagan las consecuencias.
El aumento del turismo masivo y su concentración geográfica han llevado a muchas zonas al borde del colapso social y natural. Municipios como Barcelona o Palma ven cómo con la ampliación de sus aeropuertos aumentará la llegada de turistas llenando su ciudad y su costa hasta extremos incompatibles con su vida diaria y con la sostenibilidad de sus espacios. Y su ejemplo se está replicando en muchas más ciudades y municipios de nuestro territorio, como Madrid, Málaga, Toledo, San Sebastián, Llanes, Salou, Santanyí… donde la masificación ya está expulsando a la población residente de sus hogares y está haciendo imposible la conservación de su entorno.
Y ese mismo modelo que está amenazando la vida en las ciudades se extiende a los espacios y los recursos naturales. Los ecosistemas costeros fueron los primeros en sufrir los estragos de la destrucción para dejar paso al ladrillo, y nuestro litoral está lleno de extensiones de hormigón que lo atestiguan. Pero las administraciones siguen sin poner coto a estos desmanes, y esa misma cultura del turismo depredador está causando estragos en entornos naturales, incluidos espacios protegidos, en los que sigue sin existir un control real para evitar la turistificación.
Y no solo eso: el consumo de agua se dispara para satisfacer la demanda insostenible de usos turísticos como campos de golf, piscinas privadas y jardines incluso en zonas donde es un recurso escaso.
No podemos seguir así. Esta carrera para hacer cada vez más caja con el turismo masivo y depredador nos está saliendo muy cara. Otro modelo turístico es posible, uno que garantice su sostenibilidad en el futuro y que aúne las necesidades de la población residente y los límites ambientales para poder desarrollarse en equilibrio. Por eso exigimos poner coto a la turistificación, y: