Inflación, leyes antipisos turísticos y la política de 'santuario': por qué una noche de hotel cuesta más 300 euros en Nueva York

Inflación, leyes antipisos turísticos y la política de 'santuario': por qué una noche de hotel cuesta más 300 euros en Nueva York
Inflación, leyes antipisos turísticos y la política de 'santuario': por qué una noche de hotel cuesta más 300 euros en Nueva York

La noche de hotel en Nueva York supera este año los 340 dólares de media. Hay edificios de lujo, con nombre y abolengo, bloques legendarios con un siglo de historia que llegan a los cuatro o cinco dígitos, pero también antros cochambrosos que cobran por una cama sucia y un ascensor roto lo mismo que una semana de todo incluido en paraísos caribeños. Visitar la Gran Manzana nunca ha sido barato, pero una combinación de factores sin precedentes ha provocado una situación desorbitada incluso para los estándares de una ciudad en la que un zumo de naranja roza los nueve euros por vaso y una hamburguesa los 30 en sitios de escasa calidad.

La inflación, la recuperación de los niveles de turismo previos a la pandemia, la fuerza de los sindicatos, la prohibición de Airbnb y de los alquileres privados de menos de 30 días, así como la estrategia del Estado para la acogida de refugiados, han disparado la demanda y contraído brutalmente la oferta, haciendo que las leyes de la economía hagan el resto.

Hace 15 años, pernoctar en Nueva York ya era mucho más caro que en otros destinos turísticos, pero una habitación en el Hotel Sofitel de Manhattan -donde se produjo el lamentable caso Strauss-Kahn, se podía reservar por 200 dólares. Ahora la experiencia es prohibitiva, incluso a pesar de que las políticas de Donald Trump han asustado a muchos viajeros y reducido desde primavera el número de llegadas a Estados Unidos.

El ejemplo más extremo se produce en septiembre, cuando algunos turistas sueñan con tarifas reducidas según la temporada veraniega se acerca a su fin. Ese mes, sin embargo, no sólo se disputa el US Open de tenis en la ciudad, sino que se celebra la semana grande de la ONU, con precios de 800 euros la noche por establecimientos que difícilmente superarían las dos estrellas en el resto del planeta. El pasado septiembre, según la consultora inmobiliaria CoStar, se registraron los mayores precios de la historia: una media de 414 dólares la noche (355 euros al cambio actual). Y todo apunta a que en 2025 se volverá a batir la marca.

Según CoStar, la tarifa diaria promedio de una estancia en un hotel en la ciudad de Nueva York aumentó a 301,61 en 2023, un 8,5% más que los 277.92 de 2022. Durante los primeros tres meses de 2024, cuando los precios tradicionalmente bajan, la estancia promedio fue un 6,7% más alta que durante el mismo período del año pasado: 230 dólares por noche, frente a los 216 de 2023. Y eso que las asociaciones hoteleras aseguran que la amplia mayoría de los establecimientos ha aumentado los precios no muy por encima de la inflación en las últimas dos décadas.

El problema en Nueva York no es sólo el turismo. La crisis de vivienda ha alcanzado un nuevo máximo este año. Mientras que la tasa de paro ha caído al 1,4%, el nivel más bajo desde 1968, el alquiler mensual de un apartamento de dos habitaciones ha aumentado un 17,5% durante el último año, hasta los 5.560 dólares (4.800 euros), el mayor precio de cualquier ciudad de Estados Unidos, según datos de Urban Digs. Esto explica en buena medida que el fenómeno político de la ciudad se llame Zohran Mamdani, ganador de las primarias demócratas para la Alcaldía -cuyas elecciones se celebran en otoño-, con un programa socialista que incluye controles de los alquileres para contener los precios.

Los números son abrumadores. Las causas, varias. Tras la pandemia, el turismo se ha recuperado con fuerza en una de las ciudades más espectaculares y con más tirón del planeta. La agencia encargada de la promoción del turismo en la ciudad, la más grande de Estados Unidos, estima que 65 millones de personas visitaron la ciudad en 2024, poco menos de los 66,6 millones de 2019. Y, a los ritmos actuales, más de 68 millones de personas podrían visitarla en 2025, de nuevo un récord histórico. También influye la fuerza sindical. La amplia mayoría de los empleados de hotel están afiliados al Consejo de Gremios de Hoteles y Juegos de Azar, un sindicato con mucho peso político (en una ciudad que, recordemos, celebra elecciones con un montón de candidatos polémicos, incluido el actual alcalde, acusado de aceptar sobornos). Por convenio, el salario de un recepcionista en Nueva York empieza en más de 30 dólares la hora.

La oferta de camas o pisos siempre ha sido limitada, lo que obliga a muchos, tanto visitantes como residentes, a irse a las afueras o a estados vecinos y hacer commuting diario en tren y metro. A eso se suma que la inflación ha sido importante estos años, uno de los ejes de la campaña de Donald Trump y de su obsesión con la Reserva Federal. Y aunque sus políticas migratorias han asustado a muchos viajeros, el hecho de que el euro se haya reforzado notablemente desde enero ha compensado algunas pérdidas.

Pero las dos razones principales que explican esta crisis son otras. En septiembre de 2023, la ciudad comenzó a aplicar una ley que prohíbe alquilar viviendas o habitaciones por menos de 30 días seguidos, salvo que el anfitrión resida en la misma casa con los huéspedes. Se están suavizando un poco los reglamentos, pero más del 90% de las camas ofertadas hasta entonces por empresas como Airbnb desaparecieron del mercado, y las que quedan no están en Manhattan. Así que sólo está la opción de los hoteles, y no todos están abiertos al público.

El pasado verano, casi el 11 % de las 136.000 habitaciones de hotel de la ciudad (16.532) estaban reservadas para acoger inmigrantes. Según datos públicos, 135 de los aproximadamente 680 hoteles de la ciudad se incorporaron al programa de alojamiento de refugiados, muchos de ellos atraídos por la política de santuario, que hace que las autoridades locales no colaboren con los departamentos de inmigración federales para localizar y expulsar a personas sin documentos. Los hoteles, tras el shock de la pandemia, endeudados y muy necesitados de reformas y puestas a punto, se apuntaron a una opción que proporciona muchos ingresos y sobre todo, estables.

La ciudad dedica casi 1.000 millones de dólares al año al programa. Hay muchos establecimientos en el Bronx o en la zona de Jamaica y alguno en Staten Island, pero el grueso se concentra en zonas muy turísticas, como el Midtown de Manhattan, Long Island, Queens y cerca del Aeropuerto Internacional JFK. Los propietarios reciben hasta 185 dólares por noche por habitación y cobran incluso si no están ocupadas en todo momento. Son los hoteles que tradicionalmente tenían precios intermedios, y también los más desfasados, pero eso limita mucho las opciones de los turistas menos pudientes para encontrar algo asumible.

Las 121.000 habitaciones que quedan, en cerca de 1.400 hoteles, son casi 3.000 menos que antes de la pandemia. Si a eso se suman las 22.000 opciones de pisos turísticos que había hasta 2023 y las normas regulatorias que hacen que cada vez sea más caro o difícil abrir establecimiento, la tormenta es perfecta. El Ayuntamiento asegura que hay miles de habitaciones en construcción, insuficientes para cubrir la demanda creciente. El lobby hotelero, potente, concentrado y mucho más efectivo que miles de propietarios desorganizados -y que no contribuyen a las campañas electorales con donaciones-, ha arrasado en la partida.