Islas del Mediterráneo, playas de ensueño para una real relajación

Islas del Mediterráneo, playas de ensueño para una real relajación
Islas del Mediterráneo, playas de ensueño para una real relajación

El litoral isleño del Mediterráneo presume de una gran diversidad de playas para disfrutar, desde los grandes y cálidos arenales de las Baleares al intenso azul de las islas Cícladas y sus vecinas Jónicas, a las que llegaremos tras surcar las paradisiacas aguas de Cerdeña y Sicilia, para dar con la bella Creta, al sur del Mare Nostru.

Comenzamos este recorrido isleño por las Baleares, con sus conocidas y turísticas islas: Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, todas un paraíso, en sí mismas. Pero si tuviéramos que destacar en este recorrido flash solo una playa, muchos serían los dirían Ses Illetes, al norte de Formentera, por ser pura naturaleza, por haber logrado permanecer protegida al formar parte del Parque Natural de Ses Salines, un ubicación privilegiada que brinda aguas poco profundas de un azul cristalino de arena blanca y fina, la cual se extiende en suave inclinación hacia el mar turquesa que merece seguir estando cuidando.

Al sur de Menorca se encuentran dos de las playa más bellas de las Islas Baleares: Macarelleta y su vecina Macarella, que están unidas por un pequeño sendero. Sus aguas claras de azul turquesa y la vegetación que las rodea las convierte en auténticos paraísos del Mediterráneo.

Al sur de Menorca se encuentran dos de las playa más bellas de las Islas Baleares: Macarelleta y su vecina Macarella, que están unidas por un pequeño sendero. Sus aguas claras de azul turquesa y la vegetación que las rodea las convierte en auténticos paraísos del Mediterráneo.

En suelo isleño francés, en la isla de Córcega se encuentran algunas de esas playas que son capaces de evocar toda la belleza del Mediterráneo más puro. Córcega cuenta con playas hermosas y variadas, desde las más famosas como Palombaggia y Santa Giulia, hasta playas más tranquilas y salvajes como Saleccia o Lotu con acceso solo por barco, playa virgen y tranquila.

La costa rocosa del norte de Cerdeña (Italia) se recorta en el horizonte auspiciando el montón de sorpresas deliciosas que depara esta gran isla de paisajes y ambiente muy mediterráneo. Cerca de la ciudad de Sassari, Porto Torres es la puerta de entrada principal a la isla de espectaculares lugares.

Cerdeña guarda rincones evocadores como la Cala Goloritzé, al este y dentro del Parque Nacional del Golfo de Orosei. Este arenal de rocas blancas queda encajonado entre acantilados en los que anida el amenazado halcón Eleonora.

Otro enclave a visitar es Stintino es un encantador pueblo de pescadores. Tiene un puerto con esas típicas barquitas de colores y, muy próxima, una de las playas más espectaculares de Cerdeña: La Pelossa. Este arenal es célebre por la transparencia de sus aguas y el islote con una torre vigía que los más aventureros pueden alcanzar a nado.

De un salto imaginario llegamos a Sicilia, donde en cuestión de espectaculares litorales es obligatorio visitar la “Scala dei Turchi” o “Escalera de los turcos”, a 18 kilómetros de Agrigento, un hermoso y extenso acantilado rocoso que da al mar. Lo que hace de este acantilado tan hermoso es su intenso color blanco pues es formado de una piedra calcárea sedimentaria, llamada Marga, blanco puro, en la que el viento y las lluvias a través de los siglos han dibujado amplios escalones entre los cuales surgen unas aguas de azul cristalino a nuestros pies. Sus playas Le Pergole y Punta Grande, Giallonardo y Rosello… nos espera en Sicilia.

De otro golpe visual llegamos a las Islas Griegas, cuna de la cultura occidental

La isla de Milos es una de las más de 200 islas del archipiélago de las Cícladas, en pleno mar Egeo, cuna de la cultura mediterránea, es algo digno de visitar aunque sólo sea una vez en la vida y como todo lo más excelso de cada vida, nunca se olvida.

Milos es famosa por sus playas, más de 70 cada una con características únicas que van desde costas rocosas, que parecen paisajes lunares, hasta playas tranquilas y arenosas, incluso calas escondidas sólo accesibles por mar.