La presencia con calidez familiar del presidente Luis Abinader en Pedernales el fin de semana reafirma compromisos con el desarrollo ecoturístico de la región, un paso significativo hacia metas productivas para el Sur Lejano, un porvenir de brillo que comenzó con el rescate de derechos de propiedad sobre aquellas tierras costeras en la administración anterior.

Pero como punto estratégico, desde Bahia de las Aguilas se llega pronto a un deplorable contexto fronterizo.

Desde su belleza natural se adivina el trayecto que separa realidades geográficas contradictorias con vacíos de progreso y debilidades institucionales.

Una desigualdad que incluye lo peor para los vecinos haitianos y una falta de inversiones de diversos géneros que sacien las necesidades de muchos dominicanos, primordialmente

Naciones en paralelo que originan migraciones despobladoras con desplazamientos internos hacia otras latitudes locales y del exterior.

A su vez el subdesarrollo extremo que afecta al pueblo haitiano activa un éxodo escasamente controlado hacia su más cercano vecino.

Los deprimidos entornos limítrofes, con rutas de tráficos irregulares humanos y de mercancías incluyendo las dañinas, hacia suelo criollo sigue siendo un reto a las autoridades nacionales que deben frenar ingresos, propiciar el crecimiento ordenado del comercio favorable a ambas partes y reclamar atención continental hacia los males de Haití.