Niza, Patrimonio Mundial de la Humanidad

Niza, Patrimonio Mundial de la Humanidad
Niza, Patrimonio Mundial de la Humanidad

Entre el 17 y el 19 de septiembre se celebró la vigesimoquinta edición Festival del Libro de Niza, una ocasión no solo para reanudar, después de un año sin eventos de este tipo, con los encuentros literarios, sino también para festejar el hecho de que la capital de la Riviera Francesa acababa de ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.

El Festival, organizado por Stephane Corsia, Frédéric Garnier y Christian Giraud que encabezan la agencia MPO encargada de la realización de eventos como éste en diferentes lugares de Francia, sirvió también de tribuna para que la Alcaldía de Niza, gobernada por Christian Estrosi, dedicara la cena de gala del festival a este acontecimiento.

En los jardines de la Villa Masséna, un palacete construido en 1898 por un arquitecto danés para un príncipe de la nobleza de Imperio, se llevó a cabo la cena de gala. Y sobre la fachada posterior de la villa, aprovechando su excepcional belleza, se proyectó un espectáculo de “sonidos y luces” que recorrió los diferentes monumentos por los que la UNESCO incluyó a Niza en su lista patrimonial.

Desde mediados del siglo XVIII Niza atraía a las familias pudientes del norte de Europa que venían a pasar el largo invierno a orillas de su bahía de Los Ángeles. La ciudad, que se beneficia de un microclima, era parte del Reino de Saboya, y por ello posee un rico patrimonio arquitectónico barroco propio de las ciudades de la península italiana.

Los ingleses también formaban una colonia numerosa, al punto que al barrio de la Cruz de Mármol se le llamaba comúnmente Newborought. Fueron ellos los que, desde 1824, instaron a la municipalidad para que concibiera un paseo marítimo a orillas del mar que, como es lógico, terminaría llamándose “Paseo de los Ingleses”.

Las noticias locales nunca han sido más importantes Suscríbase para obtener acceso digital ilimitado a las noticias importantes de su comunidad #TUNOTICIALOCAL Eran también asiduos los nobles rusos, prusianos y austrohúngaros. El zar y la zarina se instalan con toda su corte, y los blancos rusos construyen hermosos palacetes en las colinas.

Dos iglesias rusas de finales dan fe la importancia de esta colonia y a una de ellas, la San Nicolás (1912), se le considera como el edificio ortodoxo más hermoso de todos los que existen fuera de Rusia.

En las décadas de 1880-1890 la reina Victoria y su corte pasan varios inviernos en Niza. Para recibirla se erige en la colina de Cimiez, en frente de las ruinas de la ciudad galorromana de Cemenelum, el célebre hotel Excelsior Regina donde también vivió el pintor Henri Matisse a partir de 1938. Elegante edificio Belle Epoque de Niza que da fe del tipo de arquitectura construido para los vacacionistas.

Diferentes barrios de la ciudad acogen se dotan de villas de estilo ecléctico de la Belle Epoque. En el Mont Boron, Cimiez, Valrose, Saint-Maurice, Gairaut, etc.) abundan los ejemplos de esas casonas con jardines, terrazas, loggias a la italiana, amplios portales y jardines ornamentales que son una de las imágenes recurrentes de la Riviera francesa en todo el mundo. También se construyen elegantes hoteles (Negresco, Ruhl, Palais de la Méditerranée, Westminster, West-End, Hermitage, Winter Palace), algunos convertidos en residencias privadas, así como numerosas pensiones para acoger a un público exigente acostumbrado al lujo y a la vida social.

Y para ellos se crean casinos, salas de juego, clubes marítimos e, incluso, un templo del arte lírico: la Opera de Niza, cuyo edificio actual data de 1882 tras quemarse el anterior. Ruinas romanas de Cimiez, Villa Matisse y hotel Regina en la colina de Cimiez, Niza. 

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Fotos cortesía/William Navarrete

Vinieron a Niza para crear y pasar largas temporadas, entre muchos otros, los escritores James Joyce, Chéjov, Nietzsche, Apollinaire, Louis Aragon, Elsa Triolet; los pintores Chagall, Renoir, Matisse; los compositores y músicos Albéniz, Verdi, Offenbach, Tchaikovski, Berlioz, Paganini; los cineastas Cocteau, Truffaut, entre muchos más con su enjambre de estrellas del cinematógrafo porque en Niza se encuentran los estudios de La Victorine en donde se produjeron muchas de las películas de la primera mitad del siglo XX. No ha de extrañarnos que un tal Marcel Carné filme en esos estudios, en 1945, Los niños del paraíso.

Y el Carnaval de Niza, celebrado desde 1873, se convierte en una de las festividades del invierno que nadie quiere perderse y que, aún hoy en día, sigue siendo el más popular de Francia. Los mejores restaurantes de Miami Haz una búsqueda por barrio y por el tipo de comida que te apetezca.

Otra de las razones por las que la ciudad ha recibido esta recompensa es su cosmopolitismo. Los extranjeros han marcado con su presencia la cultura local. Por citar un ejemplo recordemos que, en Niza, cotidianamente a las 12 del día, retumba un tiro de cañón que puede oírse en toda la ciudad. La costumbre se debe a un noble escocés, un tal Sir Thomas Coventry-More, que harto de que su esposa regresara siempre tarde para el almuerzo, pidió a la Alcaldía en 1860 la autorización para lanzar ese tiro desde la colina del Castillo para avisarle de la hora. Cuando la pareja regresó a Inglaterra, los nizardos pidieron a la Municipalidad que se mantuviera el cañonazo de las doce y, desde entonces, ha retumbado ininterrumpidamente en toda la ciudad el aviso del mediodía. Otro buen ejemplo, esta vez gastronómico, es el de los famosos raviolis de Niza. Si la receta es, como sabemos, de origen italiano, un buen nizardo suele utilizar para espolvorearlos un tipo de queso que apenas se conoce en otras partes de Francia: el sbrinz, fabricado en Suiza, considerado el ancestro del parmesano. Y si bien Niza dejó de ser italiana en 1860 en que por plebiscito su población decidió que el antiguo condado formara parte de Francia, la mano de obra tanto en la construcción como en diferentes oficios, desde la gastronomía hasta los servicios, siguió siendo mayoritariamente italiana. Y de los vecinos Piamonte y Liguria, además de Umbría, continuó el éxodo de italianos en busca de mejores condiciones laborales, algo que en la actualidad no ha dejado de ser una constante con la llegada de calabreses, sardos y napolitanos. Niza, capital del turismo de la Riviera francesa, y ahora Patrimonio Mundial de la Humanidad, es un sueño convertido ya en realidad, desde que la Ciudad lanzó la candidatura ante la UNESCO en 2012.

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