El final del viaje: la historia de un crucero en tiempos de coronavirus

El final del viaje: la historia de un crucero en tiempos de coronavirus
El final del viaje: la historia de un crucero en tiempos de coronavirus

Este lunes, los tres últimos cruceros que aún surcan los mares llegarán finalmente a tierra. Uno de ellos, el MSC Magnifica, que empezó el viaje hace más de tres meses en Europa, ha vivido una auténtica odisea, que un periodista de la BBC ha reconstruido en detalle.

Este impresionante barco de propiedad suiza, con 1.760 pasajeros a bordo, zarpó el pasado enero del puerto de Génova. Entonces, el coronavirus apenas era conocido; era una extraña neumonía que sólo afectaba a China. Nadie había muerto de ello y apenas había medio centenar de contagios.

Desde entonces hasta este lunes 20 de abril, donde el barco escribirá el final de su viaje en Marsella, el MSC Magnifica se ha visto envuelto en discusiones políticas, ha pasado largas temporadas a la búsqueda de un puerto seguro, y también vivido el pánico al coronavirus, que ya ha contagiado a más de dos millones de personas en todo el mundo.

La mayoría de los viajeros proceden de Italia, Francia y Alemania. Y, para la mayoría de ellos, a pesar de todo, este ha sido un viaje feliz, de descubrimientos y placer, de largas horas tomando el sol o brindando en los varios restaurantes del crucero. Al timón del barco ha estado todo este tiempo el capitán Roberto Leotta, de familia de tradición marinera.

Tras Génova, la siguiente parada del crucero fue Cabo Verde, antes de cruzar el Atlántico. Después, Brasil. Era el 19 de enero y el virus ya había salido de China. A finales de febrero, el MSC Magnífica dejó Chile rumbo a las islas Pitcairn, en el Pacífico Sur. Y ya entonces empezaba a haber noticias de cruceros varados en el mar porque los puertos cerraban sus puertas y, también, de cruceros en cuarentena porque algunos de sus pasajeros habían contraído el Covid-19.

Por primera vez, el Magnifica tuvo que cambiar sus planes. A principios de marzo, debía de haber atracado en Aitutaki (una de las Islas Cook, en Nueva Zelanda). Pero las autoridades del país no lo autorizaron y el barco atracó en Rarotonga, capital de las islas Cook.

El barco realizó su itinerario casi sin problemas por las distintas etapas de Nueva Zelanda. Al llegar a Tasmania, el 14 de marzo, el capitán decidió que dejar bajar a los pasajeros era correr demasiados riesgos. Y, cuando finalmente llegaron a Sídney, lo tuvo claro: iban a volver a casa. El mundo se había vuelto demasiado peligroso. En el horizonte, casi 20.000 kilómetros para llegar a Europa.

NOTICIAS FALSAS
Cuando el barco se dirigía a Australia, pues el capitán había dado la opción a los pasajeros que quisieran de desembarcaran aquí para regresar en avión a sus hogares, se metieron de lleno en una tormenta política. Al proporcionar a las autoridades de Fremantle (estado de Australia Occidental), los registros médicos del barco, el capitán tuvo que reportar que 250 personas habían ido al médico en las últimas semanas, aunque la mayoría lo habían hecho para solicitar analségicos u otros medicamentos. Oficialmente, no había casos de Covid-19 a bordo.

Sin embargo, el primer ministro de Australia Occidental , Mark McGowan, manipuló, o bien no entendió esos datos o bien los manipuló, y anunció que «250 pasajeros del crucero» habían tenido «enfermedades de las vías respiratorias superiores», por lo que no iba a permitir «que los pasajeros o la tripulación caminen por las calles. No es negociable», afirmó.

La compañía insistió en que no había enfermedades respiratorias ni síntomas de gripe a bordo. Pero, cuando el barco llegó a Fremantle, fue recibido por la policía y un puñado de manifestantes que se aseguraron de que nadie bajara. «Digamos que no fue agradable», dice el Capitán Leotta en declaraciones a la BBC. «Era una noticia falsa». Pero la noticia falsa apareció en todos los titulares.

Después de Australia, el crucero debía viajar hasta Dubai para una «parada técnica», pero no fue posible, así que finalmente se dirigió a Colombo (Sri Lanka).

Entonces tuvo lugar el penúltimo capítulo de esta odisea. El chef del MSC, Anura Herath, originario de Sri Lanka, decidió que haría lo posible por desembarcar en Colombo. Así que grabó un vídeo dirigido al presidente del país en el que le rogaba que le dejara salir. «Soy el único de Sri Lanka a bordo», decía. Mandó el mensaje a un amigo periodista y siguió con su trabajo. Pero el vídeo se volvió viral. Todo el mundo quería saber la historia del chef y cuando el crucero llegó a Colombo, el presidente decidió que dejaría desembarcar a Anura. El capitán del crucero cedió.

El último capítulo de este viaje se escribe este lunes, cuando el Magnifica desembarque en Marsella, sin rastro de Covid-19. Según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros, los otros dos cruceros que siguen en el mar, el Pacific Princess y el Costa Deliziosa, también atracarán hoy en Los Ángeles y Barcelona, respectivamente.

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