Frank J. Llibre, Senior VP de Grupo Puntacana, analiza desafíos de la economía de Rep. Dominicana

Frank J. Llibre, Senior VP de Grupo Puntacana, analiza desafíos de la economía de Rep. Dominicana
Frank J. Llibre, Senior VP de Grupo Puntacana, analiza desafíos de la economía de Rep. Dominicana

La Reserva Federal de EE UU (FED) acaba de aprobar al Banco Central de la República Dominicana (BCRD), el acceso a su facilidad de liquidez a bancos centrales por US$3,000 millones. Conjuntamente con los US$650 millones aprobados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los fondos que están siendo gestionados con otras multilaterales como el Banco Internacional de Pagos, pudiera estarse abordando la magnitud del shock externo, explica Frank J. Llibre, Senior Vice president de Grupo Puntacana.

Llibre destaca que el shock externo para el 2020 supondrá un déficit estimado de la cuenta corriente de un 5% del PIB (1.4% pre covid), lo cual significa una demanda estimada de financiamiento de unos $4,500 millones.

El desafío de mantener la estabilidad cambiaria en un contexto de shock externo es significativo pero lograble. Para el gobierno es un elemento fundamental pues una devaluación fuera del rango meta de equilibrio de precios supone un fuerte impacto fiscal sobretodo cuando podríamos estar proyectando un stock de deuda del sector público no financiero por encima del 50% del PIB a finales del 2020 y la deuda pública consolidada a un 60%. Mientras más se devalúa el peso más ingresos tiene que buscar el gobierno para comprar dólares que nos permite servir una deuda pública en crecimiento para financiar la crisis.

En su análisis, el Senior Vice president de Grupo Puntacana indica que una devaluación desbordada tiende a generar presiones inflacionarias por el efecto del re precio (“re pricing”) de los inventarios y el costo de reposición que supone en una economía abierta con alta dependencia de importaciones como la nuestra.

En un contexto de desequilibrio del mercado laboral y de contracción de los niveles de consumo, si bien hemos logrado y nos encontramos con niveles de precios estables, las presiones inflacionarias que podrían derivarse de una devaluación fuera de un rango meta, tienden a neutralizar la efectividad del gasto social y de las medidas de reactivación. Debemos hacer todo lo necesario para evitar el ciclo de desempleo, inflación y estancamiento.

La estabilidad macroeconómica es fundamental considerando el fuerte impacto de la crisis sobre las micro y pequeñas empresas. Durante el período de reactivación de la demanda, el apoyo a este importante sector de la economía y los niveles de empleo que representa es esencial. Recientemente, la información de la creación de un fondo de garantías de apoyo para el sector tendrá un rol clave para un acceso más fluido al crédito y como mecanismo para preservar la fortaleza del sistema financiero.

Otro de los desafíos está representado en la necesidad de aumentar de manera significativa la calidad del gasto público, reiniciar el consenso para una reforma fiscal integral e iniciar la restructuración del Estado con el objetivo de ir disminuyendo la necesidad de continuo endeudamiento público para financiar un déficit casi estructural. La sostenibilidad de las finanzas públicas y de la deuda es clave para el crecimiento económico de mediano y largo plazo así como para reducir la vulnerabilidad ante shocks futuros.

La formulación del nuevo presupuesto del Estado para el 2021 como parte del mapa de ruta de lo que deberá ser el año de recuperación de la economía será sin dudas otro de los grandes retos. Un presupuesto contracíclico de reactivación de la demanda agregada será fundamental para recuperar el clima de inversión.

Deberá asimismo ser un año de activación de proyectos de desarrollo a través de alianzas público privadas las cuales deberán representar una herramienta central para la promoción y ejecución de un programa de inversión de infraestructura para la competitividad e impactar el empleo y la demanda agregada.

En los próximos meses no habrá tiempo ni condiciones para consensuar la necesaria reforma fiscal que se ha mantenido postergada. El objetivo fundamental debe ser estimular el crecimiento, reactivar la economía y el empleo. Sobretodo un enfoque en el sector externo y en particular en los drivers de generación de divisas y empleos como son zonas francas, el turismo y la construcción con políticas sectoriales de corto y mediano plazo para impulsar la competitividad conjuntamente con los sectores industriales.

Es mucho lo que debemos hacer, haciéndose más relevante e impostergable el cerrar brechas de desventajas comparativas y competitivas.

En estos tiempos con más énfasis la coordinación de las políticas monetarias y fiscal es esencial en un contexto de fuerte estímulo a la demanda agregada y el consumo. Dicha coordinación será un desafío manteniendo la acertada política monetaria basada en metas de inflación, como una de las bases de la estabilidad macroeconómica.

No conocemos la permanencia del impacto de la crisis por su componente externo y por la fuerte interdependencia de las economías. Si sabemos que el mismo no será de corto plazo. Tendremos un proceso de ajuste gradual de recuperación de los mercados, nuevos niveles de equilibrio y restablecimiento de las cadenas de valor. Por tanto, la pro actividad y el dinamismo de las medidas de política fiscal para estimular la demanda deberá ser extenso y profundo.

Generar confianza se convierte en el enfoque, es la urgencia de estos nuevos tiempos. Es una necesidad frente a los cambios del comportamiento del consumidor y en el contexto de una reducción esperada de los flujos de capitales. Precisamente, en una nueva dinámica de los mercados, la inversión extranjera directa (IED) que había estado financiando una parte importante de nuestros desequilibrios externos, se hace aún más relevante.

Competimos en un escenario global. En tiempos de crisis, no solo se trata de medidas de corto plazo para la sostenibilidad operativa de las empresas, se trata de medidas de reposicionamiento competitivo.

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