Una pandemia anunciada de tragedia

El Gobierno no debiera fallar en el tratamiento de esta crisis, ni de cualquier otra, teniendo como tiene miles de asesores gratuitos.

Gente que le dice a cada momento, y sin importar la circunstancia, qué debe hacer para superar situaciones de pena y desgracia.

Si la ciencia no es suficiente, la calle está disponible, y es evidente que algo saben, que no temen, los transeúntes que violan el toque de queda o se niegan a ponerse mascarillas o a usar guantes.

Los especialistas se resisten a ir a los hospitales y prestar sus servicios, huyéndole al contagio o a la muerte, y sin embargo el hombre de a pie vive a su manera sin atender consejos de nadie.

Los políticos tampoco hacen la excepción y suplen faltas en todos los sentidos. Gonzalo reparte, Luis dona y Leonel orienta.

No todo es malo en el coronavirus, y el país no se puede quejar, pues no solo tiene sabios en exceso, sino voceros internacionales.

Supóngase lo que significará la comparecencia entre noches de figuras como Waldo o Leonel por CNN, resaltando deficiencias en todos los órdenes.

Cuando todo se normalice, con esa fama, de seguro visitarán la isla más de 10 millones de turistas.

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