Diario Libro alerta sobre el turismo masivo, dice amenaza humana afecta varios puntos del planeta y plantea, hay que hacer algo para salva el Everest, Machu Pichu, Venecia y las Islas Galápagos.

Trescientos montañeros esperan en fila para hollar la cima del mundo. Hay un atasco en el Everest. No es una foto manipulada. Parece un meme pero es real. El mapa de los destinos turísticos más famosos del mundo desvela un problema. Hay demasiada gente, desde Venecia al Everest.

Se leían desde hace años los reportajes que denunciaban la cantidad de basura que los alpinistas dejaban en su ascenso y se derrumbaba un mito: esos expedicionarios, los aventureros de este siglo, esos héroes que llegaban más allá que cualquier otro ser humano dejan la basura regada. Imperdonable.

Pero… ¿qué quiere decir que hay un atasco en el Everest?, ¿qué revela eso de estos tiempos, de este mundo, de nuestra generación? Si alguien buscara alejarse y encontrar paz, el silencio, soledad… tiene suerte: se va a ahorrar un dinero y muchos viajes porque solo va a encontrar lo que busca dentro de sí mismo.

El resto del mundo, aparentemente, está tomado.

Ocho muertos en el intento de alcanzar la cima en esta semana. Y una media de 60,000 dólares de costo. Los riesgos habituales, incluso con buen tiempo son la congelación, las náuseas, las avalanchas, las caídas…

¿Son alpinistas o son turistas? ¿Puede permitirse Nepal cerrar la fuente de ingresos que le supone conceder los permisos para ascender? ¿Hay que proteger al Everest del turismo masivo? ¿O al turista de los peligros de la montaña?

¿Cómo salvamos el Everest, Machu Pichu, Venecia, las Galápagos… de esa especie invasora y destructiva que somos los humanos?