Hay preocupación por el sector turístico. La industria sin chimeneas, la que mueve la economía en más renglones de los que uno imagina, la que ha trazado la marca país… atraviesa una mala temporada.
Queda todavía la pregunta: ¿por qué el Gobierno dominicano reaccionó tan tarde y tan pobremente a una campaña internacional que, dirigida o espontánea, llegó a varios continentes? No tiene explicación. Pasaban los días, las semanas y desde el Gobierno no se daba importancia al asunto… O es incompetencia o funciona la teoría de la conspiración. (Siempre hay dinero para invertir en lo que se considera importante.)
La cuestión es que ya entra octubre y la ocupación hotelera sigue bajita. Thomas Cook quiebra dando otro susto a un sector que no necesita más sobresaltos. Atisbo de desaceleración económica en algunos de los principales mercados. Sargazo. El dólar.
Y la campaña. Sería interesante que los precandidatos fueran capaces de explicar qué proyecto tienen para el turismo dominicano. Qué plan seguirán (¿torres, no torres?), qué les interesa, (¿el sur, el ecoturismo, el todo incluido?), qué saben de sus problemas, quién de sus respectivos equipos les asesora sobre el tema.
Mientras la sociedad espontáneamente defendía en las redes la imagen del país haciendo buena la frase de la sabiduría popular “de mi marido hablo mal solo yo”, no se ha visto mucho esfuerzo desde el sector oficial.
Si se salva la temporada de verano habrá sido el turismo interno el que ha metido el pareo y las chancletas en la maleta y se ha lanzado a un verano de ofertas.
Arranca el último trimestre de 2019, ojalá se tornen las cosas.