La empresa que lidera la conquista del sector privado del espacio, ha anunciado un acuerdo con una compañía turística de EEUU para ofertar plazas en sus cohetes.
El turismo espacial ha experimentado muchos falsos amaneceres. Han aparecido y desaparecido compañías que han prometido de todo, desde viajes a la Luna a colonizar Marte. Sin embargo, las cosas podrían estar cerca de cambiar. El pasado martes, SpaceX, la empresa de transporte aeroespacial fundada por Elon Musk en 2002, anunció que hasta cuatro pasajeros podrán contratar su vehículo espacial Dragon para un viaje suborbital alrededor de la Tierra. Esta experiencia estará patrocinada por SpaceAdventure, una empresa de turismo de EEUU que ya ha llevado a ocho entusiastas adinerados a la Estación Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés).
La compañía no ha revelado el precio de esta experiencia, que promete llevar a los viajeros «dos o tres veces» más allá de la ISS, ni la fecha de lanzamiento. El asesor de SpaceX y exastronauta Garett Reisman dijo en Twitter que el viaje podría tener lugar en algún momento de 2021.
El último vuelo de turismo orbital tuvo lugar en 2009 y lo protagonizó el fundador del Cirque du Soleil, Guy Laliberte. Se estima que el empresario canadiense desembolsó aproximadamente 30 millones de dólares (27,7 millones de euros). Antes lo habían hecho otras siete personas. El primero fue el multimillonario estadounidense Dennis Tito, que pagó cerca de 20 millones de dólares en 2001 por ser el primer civil en visitar la ISS. Desde 2009 ningún otro turista ha despegado en dirección al espacio. Y promesas para ello no han faltado.
Una de las primeras empresas en usar los viajes al espacio como reclamo comercial fue Virgin Galactic. Su fundador, el magnate británico Richard Branson, prometió en 2008 que su empresa comenzaría a ofertar los primeros vuelos espaciales comerciales en el plazo de un año. Más de una década después, sin embargo, la compañía sigue sin contar con los permisos necesarios. Un trágico accidente con su vehículo SpaceShip Two en 2014, en el que perdió la vida un piloto, demoró de nuevo los planes.
Pese a los sucesivos retrasos, Branson ha conseguido que unas 600 personas gasten alrededor de 250.000 dólares por billete para asegurarse un asiento en una de estas naves. Está previsto que sea por fin en 2020 cuando comiencen los primeros vuelos de turismo suborbital, pero nada está asegurado.
Ni Branson ni tampoco Jeff Bezos, propietario de Blue Origin, en la que el fundador de Amazon invierte buena parte de su fortuna, han logrado todavía colocar turistas en sus cohetes. Los rumores apuntaban a que Blue Origin pudiera realizar el primer lanzamiento con humanos en 2019. No ha sucedido. «Iremos paso a paso y viajarán personas sólo cuando estemos listos», dijo un portavoz de la compañía.
Space X
En medio de esta carrera ha emergido la figura de Elon Musk y su ilusionante Space X, que va a la cabeza en el desarrollo tecnológico. La compañía logró hace unas semanas probar con éxito su sistema de emergencia para astronautas, un paso clave para obtener el permiso de la NASA para transportar seres humanos. SpaceX ya ha anunciado que en marzo o abril llevará a cabo el primer vuelo tripulado con astronautas a bordo.
Hasta ahora, la empresa ha usado sus cohetes reutilizables para poner satélites en órbita y transportar material a la ISS. De hecho se espera que su nave Crew Dragon sustituya a las Soyuz rusas para transportar astronautas de la NASA desde suelo norteamericano. Algo que no se produce desde que EEUU clausurara su programa de transbordadores en 2011. Los viajes espaciales son una vía inexplorada por la firma hasta la fecha. Tras resucitar el negocio del coche eléctrico con Tesla, Musk busca ahora hacer lo propio con el turismo espacial. ¿Lo logrará?