Parece inevitable que el país tenga que tomar medidas todavía más drásticas que las anunciadas hasta ahora para tratar de amainar el impacto que sobre la población dominicana podría tener la pandemia de COVID-19, pues el efecto sobre la economía ya es palpable.
El solo hecho de suprimir vuelos y de impedir que los cruceros que nos visitan atraquen en nuestros puertos, es un golpe importante para nuestra economía turística y si a eso se suma el cierre inevitable de la frontera con Haití, nuestro segundo socio comercial, es evidente que estamos frente a un golpe demoledor, aunque temporal, para la economía dominicana.
Todos los esfuerzos se deben enfocar en evitar los contagios, pues como explican los especialistas: “Si la curva de contagio es muy empinada, en pocos días los hospitales se saturan de pacientes, no hay camas suficientes, no hay ventiladores de reanimación para todos y además van a seguir llegando casos de accidentes, infartos, dengues y de todos los males que nos acechan en nuestro diario vivir. Eso provoca muertes adicionales, no solo por la epidemia, sino también por la incapacidad de atender otros casos graves”.
Esa es la razón por la que se deben tomar las medidas pertinentes para evitar los contagios.
Una de las primeras medidas es cerrar las escuelas, porque así como el virus ataca con menos fuerza a los niños y jóvenes, sin embargo estos son agentes de transmisión a los adultos. Otras medidas de control social tal vez sean más difíciles de implementar debido a que a nuestro pueblo no se le ha enseñado disciplina social y es muy individualista. Que Dios nos proteja.