La reapertura de una sección de la Gran Muralla China al turismo es una metáfora de cómo el gigantesco país asiático está dominando la expansión del coronavirus.
El tramo de Badaling consiste en un sendero amurallado de 3,7 kilómetros que se encuentra en un excelente estado de conservación (gracias a que fue restaurado en la década de los ‘50), donde se levantan 19 torres de defensa.
Este forma parte de un sector más amplio, de 12 kilómetros, que fue construido por la dinastía Ming en el siglo XVI.
El sector de Badaling es uno de los tramos más populares del turismo, que llegó a recibir entre 65.000 y 70.000 visitas diarias hasta hace pocos meses.
Con la expansión del coronavirus las autoridades ordenaron su cierre el 25 de enero, y ahora, dos meses después, reabre sus puertas. Pero con condiciones.
Las visitas se limitarán al 30% del volumen habitual. Las entradas (que cuestan unos cinco euros) se podrán adquirir solo por adelantado en su web.
Las visitas al sector reabierto se limitarán a un 30% del volumen habitual, que llegó a picos de 70.000 personas diarias
En el acceso serán controladas con un código QR vinculado con su documento de identidad, que indicará su estado de salud. Si es ‘verde’, pueden entrar. Luego, todos los visitantes deberán portar mascarillas y mantener una distancia de al menos un metro entre ellos.