La ilusión por la llegada de los primeros vuelos con turistas y ver a los restaurantes preparándose para recibir a los primeros comensales, son anuncios que levantan la esperanza de miles de personas cuyos ingresos, directa o indirectamente dependen de esas actividades económicas.
Esos miles de dominicanos hoy respiran con más facilidad al ver la dignidad que ofrece el empleo, restablecida en sus vidas.
Y es que el relanzamiento de las actividades económicas no tiene significado solamente en la riqueza que produce, sino en el orgullo que restaura en los trabajadores, en sus familias y en los hijos que afianzan su seguridad al ver al padre sonriendo de nuevo, sintiéndose parte de la comunidad productiva.
Nada de esto significa que tenemos que olvidarnos de una pandemia que se niega a tomar un descanso, sino que tenemos la obligación de aprender a vivir con ella, como si fuese un mal vecino que tenemos que soportar. Sin bajar la guardia, tenemos que volver a la normalidad posible, a la del trabajo, al junte con los amigos guardando los protocolos. Es una bocanada de esperanza.