Viajar al extranjero: ¿odisea o una oportunidad de hacer turismo a buen precio?

Viajar al extranjero: ¿odisea o una oportunidad de hacer turismo a buen precio?
Viajar al extranjero: ¿odisea o una oportunidad de hacer turismo a buen precio?

Mirar más allá de nuestras fronteras hoy se antoja más lejano que ayer. Da igual que la globalización tecnológica nos absorba; que con sólo un clic veamos lo que ocurre en otra parte del planeta en tiempo real.

El coronavirus ha provocado que gran parte de las fronteras físicas del mundo (por tierra, mar y aire) se hayan cerrado a cualquier extranjero y, en muchos casos, al español en particular.

Y no sólo eso, incluso se ha llegado a manifestar de forma expresa por parte de algún dirigente europeo, como la ministra de Transición Ecológica e Inclusión francesa, Élisabeth Borne, que no es recomendable viajar a nuestro país durante el próximo verano. Este tipo de declaraciones, junto con todo el escenario pandémico en el que se encuentran muchos lugares del mundo, irremediablemente conlleva consecuencias, como las que se desprenden de las previsiones de la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (OMT): una disminución de los viajes turísticos internacionales de hasta un 78% este año.

PAÍSES BIENVENIDOS

Eso fue hace apenas un mes y, desde entonces, las cosas han cambiado un poco. Sin ir más lejos, desde el pasado 21 de junio, cuando se produjo la reapertura de la frontera española para hacer efectiva la libre circulación y flujo de entrada y salida de pasajeros procedentes del Espacio Schengen, sin necesidad, eso sí, de guardar cuarentena de 14 días como ha sido habitual durante el Estado de Alarma.

No obstante, el regreso de la actividad debe ser «gradual, parcial, sujeta a criterios específicos y coordinada con los Estados miembros», como afirmó recientemente el Alto Representante de Política Exterior europeo, Josep Borrell. Dicha gradualidad se demuestra en casos particulares, como el de la frontera terrestre entre España y Portugal, que por fin se abre mañana.

El Puente de Brooklyn de Nueva York.

El Puente de Brooklyn de Nueva York.SHUTTERSTOCK

Todo esto implica, además, el reinicio de mucha de la actividad aeroportuaria y de muchas aerolíneas, que habían aplicado una intensa restricción de vuelos a causa del Covid-19. Es el caso, por ejemplo, de Ryanair, que durante estos últimos meses tan sólo ha operado 30 vuelos diarios entre Irlanda, Reino Unido y Europa. A partir de mañana, la compañía de Michael O’Leary reanuda el 40% de la programación de sus vuelos en la mayoría de sus 80 bases continentales. En su caso, Iberia también regresa al cielo mañana, como ya anunció hace poco más de un mes, y lo hará con la precaución que marca la incertidumbre: hasta un máximo de un 35% de sus rutas habituales y dependiendo de la demanda que exista. Eso sí, con ofertas considerables.

Y en este punto, alcanzaríamos una de las claves fundamentales de viajar al extranjero este verano: ¿Con qué garantías reales de seguridad se cuenta para desplazarse fuera de España, ya sean sanitarias, económicas o de cualquier otra índole? ¿Mis vacaciones pueden convertirse en una verdadera odisea? ¿O hay que aprovechar los descuentos y la flexibilidad que lanzan algunas aerolíneas y cadenas hoteleras para viajar?

INCERTIDUMBRE RESPECTO AL FUTURO

Con el objetivo de dar una respuesta convincente y, de alguna manera, oficial, a estas y otras muchas cuestiones si nos planteamos viajar fuera de nuestro país, la Comisión Europea lanzó el pasado 15 de junio la plataforma Re-Open EU. Se trata de un servicio de información en tiempo real y sumamente orientativo de lo que se puede hacer en el destino que tenemos pensado visitar durante nuestras vacaciones de verano. Entre otras cosas, si existen restricciones fronterizas, cuáles son los medios de transporte disponibles, si es obligatorio el uso de mascarillas o el distanciamiento social.

Disponible en las 24 lenguas oficiales de la Unión Europea, este servicio de información es accesible también por medio de su app móvil. Su actualización es constante y se mantiene al día de las decisiones que los distintos gobiernos continentales van tomando. Eso sí, mañana comienza un nuevo período de movilidad internacional, y cada país tomará las medidas que estime oportunas para recibir al turista. Por este motivo, puede ser un buen momento para consultar esta plataforma si hemos pensado en viajar a un destino comunitario.

Panorámica de Hong Kong.

Panorámica de Hong Kong.SHUTTERSTOCK

No obstante, ¿qué pasa si nuestras preferencias se dirigen hacia otros lugares más alejados o incluso recónditos del planeta? En este caso, la incertidumbre crece de forma exponencial, sobre todo porque todavía existen muchas zonas del planeta en las que el Covid-19 no está controlado o el país tiene todavía muchas reticencias a la hora de dejar entrar a foráneos en sus dominios.

Es el caso, por ejemplo, de Estados Unidos. Existen casos de personas que, aunque tienen programado su viaje a Nueva York para el próximo mes de septiembre, están pensando en cancelarlo porque desde las agencias de viajes no saben decirles qué va a ocurrir a corto o medio plazo.

DE MÉXICO A PEKÍN

Tanto es así que, al contrario de lo que ya está sucediendo en Europa en lo que ha apertura de fronteras comunes se refiere, Estados Unidos, Canadá y Méxicoacordaron extender el cierre hasta el 21 de julio, salvo que se trate de viajes esenciales. Y esta situación podría extenderse a la casi totalidad de los países de Latinoamérica.Cuba ha echado el cierre, al menos, hasta agosto; Argentina ha prohibido vuelos internacionales hasta septiembre…

Y es que estamos viendo que el mundo está todavía muy lejos de estar completamente curado. ¿O qué si no fue el brote de contagios en una lonja de un distrito de Pekín hace unos días? En este sentido, se están creando figuras de control como el denominado pasaporte sanitario, a través del cual el turista se hace un test antes de salir y, si está libre de virus o demuestra que ya lo ha pasado y es inmune, puede viajar.

Sin embargo, la OMS recela de esta práctica ya que, por un lado, no hay certeza científica que garantice que, por ejemplo, alguien que ha tenido el coronavirus no pueda volverlo a tener. Por otro, podría suponer incluso un modo de estigmatización social.

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