Seamos francos y realistas: la desescalada del estado de emergencia frente al Covid no resolvió nada.
Solamente facilitó que el electorado se desbordara para elegir un nuevo gobierno, pero los resultados de ese relajamiento de las reglas de prevención han sido catastróficos.
Más de 7,000 personas contagiadas y 103 muertes y un sistema sanitario en trance de colapso, más las objetivas condiciones creadas para que la pandemia arrecie, así lo atestiguan.
Pusimos nuestras esperanzas en la rehabilitación de la industria turística y en otras actividades económicas, pero al desconcentrar los prioritarios esfuerzos en la lucha contra la pandemia hizo que, en apenas dos semanas, entráramos en retroceso,
Lo que cabe ahora es estimular la producción agrícola y agropecuaria y su correlato agroindustrial, para asegurar que las exportaciones y el consumo local reanimen la economía.
Naturalmente, lo prioritario es volver al campo de batalla del Covid, más dispuestos a reimponer las restricciones para intentar controlar una cadena de contagios que cada día se extiende, con casi 1,500 infectados registrados cada día.
Seamos realistas: por el momento las posibilidades de esa reanimación económica seguirán siendo escasas si persiste el avance de los contagios y la luz del túnel se haría más distante.