El turismo de aldea en España y Portugal ha llegado para quedarse

El turismo de aldea en España y Portugal ha llegado para quedarse
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Guadix, la comarca de las 2.000 casas-cueva para confinarse en clave troglodita.

Eiste un rincón de Granada rematado a golpe de grutas salvajes excavadas a conciencia en montañas de roca de dimensiones pantagruélicas. Un rincón de aires trogloditas esculpido allí desde tiempos prehistóricos, cuando los antiguos salían a cazar y a recolectar, justo como dicen los libros de texto del colegio. Ese rincón se llama Guadix y es una comarca en el corazón de la Andalucía interiorprotegido por las barreras naturales de Sierra Nevada por el sur y por la de Cazorla por el norte.

Esas coordenadas aparecen salpicadas por más de 2.000 casas-cuevas establecidas desde la Antigüedad en la zona de Guadixpara refugio de sus habitantes. Aun así, fueron los musulmanes quienes le dieron la consideración de obra constructiva, dándole diferentes usos, entre los que se encontraba el de vivienda e incluso escondite tras su expulsión por parte de los Reyes Católicos.

TEMPERATURA DE 20 GRADOS TODO EL AÑO

Esa arquitectura subterránea sigue viva hoy en día conservando sus rasgos más característicos como las paredes encaladas, las chimeneas o la temperatura constante, que se mantiene tanto en invierno como en verano en torno a los 20 grados. ¿Por qué? Porque el clima del exterior tarda en notarse tres meses entre las paredes de las cuevas. Este efecto las convierte en uno de los alojamientos bioclimáticos más demandados del momento, perfecto incluso para estos tiempos atípicos marcados por la Covid-19, ya que permiten la privacidad y el distanciamiento, a la vez que la ausencia de aire condicionado, por ejemplo.

Un viaje en globo por la comarca de Guadix.

Un viaje en globo por la comarca de Guadix.

Muchas de estas singulares grutas de la comarca de Guadix siguen siendo la residencia de muchos lugareños. Otros, en cambio, las han transformado en coquetos restaurantes, museos, baños árabes, bodegas u hoteles. El telón de fondo es el Geogarque de Granada, uno de los mejores registros geológicos continentales de los últimos cinco millones de años que entró en la red mundial de geoparques de la Unesco hace apenas unas semanas.

Entre otros tesoros, el lugar cuenta con el mayor conjunto de restos fósiles de los grandes mamíferos ya extinguidos que vivieron durante el periodo Cuaternario. También hay que recorrer las cárcavas de Marchal, Gorafe, Dehesas de Guadix o Negratín, así como los yacimientos paleontológicos de Fonelas P-1, Venta Micena o Fuente Nueva 3, sin olvidarse de la peña de Castril, las lavas almohadilladas de Alamedilla o la falla de Baza. Hay más, como las minas de azufre de Benamaurel.

VIAJE EN GLOBO ENTRE CÁRCAVAS Y FARALLONES

Las rutas por el Geoparque pueden hacerse a pie o en bici, pero también en 4×4 o a caballo. Incluso en globo para divisar todo el encanto del lugar desde las alturas. Una de las empresas más longevas en operar en la zona es Gloventosur, que lleva sobrevolándolo más de 20 años. «Es un territorio único porque te permite entender desde arriba la evolución geológica de la zona divisando sus gargantas, farallones, cañones fluviales, cárcavas… Sin olvidarnos de las famosas casas-cueva. Es como si estuvieras en Google Maps», explica Miguel Juliá, uno de los responsables de la empresa. En su opinión, se trata de «uno de los paisajes más bonitos de Andalucía«. Lo dice con conocimiento de causa, ya que también realizan vuelos en Arcos de la Frontera, Granada capital, Antequera, Ronda o Sevilla.

Interior de una de las cuevas del hotel Almagruz.

Interior de una de las cuevas del hotel Almagruz.

Después del vuelo de una hora más o menos (la duración esta en función de la climatología), llega un contundente desayuno local en el mesón de la almazara de Paulenca, ubicada en un cortijo del siglo XVII, reconvertido en un Museo del Aceite. Ojo a esos molletes bien untados en el líquido elemento y rematados con tomate o porra de Antequera. Si uno recala más tarde por aquí, tiene que pedir las croquetas de cocido o el rabo de toro. Además, los sábados tienen lugar espectáculos flamencos. La aventura en globo incluye también la visita al Museo Troglodita de Purullena y un diploma acreditativo de la realización del vuelo. Precio de la experiencia completa: desde 165 euros por persona.

Tras el paseo en globo toca reservar noche en uno de los hoteles-cueva de la zona. Nos quedamos con el de Almagruz, ubicado en la entrada de la Depresión del Guadix, con capacidad de dos a 28 repartidas repartidas en seis apartamentos en forma, claro está, de gruta subterránea. No en vano, el lugar está rodeado de montañas rocosas salpicadas de cavidades que en su tiempo llegaron a ejercer como tumbas o refugios.

Una de las formaciones del Geoparque de Granada.

Una de las formaciones del Geoparque de Granada.

Cada casa, ambientada a modo de antigua casa de la labranza con piezas originales como alacenas o útiles del campo, cuenta con cocina propia y salón-comedor, ya que la idea es que cada grupo de ocupantes se organice como quiera, ya sea pidiendo comida a la dueña, Dulce María Jiménez, que organiza un cátering a través de restaurantes de la zona, o preparándose su propia comida. El complejo también cuenta con el centro de interpretación y museo etnológico Hábitat Troglodita, que analiza la evolución de las cuevas a lo largo del tiempo, con talleres de esparto, papel o alfarería inlcuidos.

UN MENÚ DEGUSTACIÓN SUBTERRÁNEO

La ruta por Guadix acaba, como no podía ser de otra manera, en otra cueva, la que ocupa el restaurante Las Tinajas, una antigua posada «en la que se dormía con el burro» que luego fue bodega, como explica su dueño, Mario Pérez, tercera generación en el negocio. Su propio abuelo nació entre las paredes rocosas de esta gruta, en la que hasta elaboran su propio queso.

Cavidades esculpidas en las rocas en la zona.

Cavidades esculpidas en las rocas en la zona.Más en El MundoMadrid, pendiente de si Ayuso y Sánchez llegan a un acuerdo antes del Consejo de MinistrosEl MundoLa hija de Antonio Hernández-Mancha revoluciona las túnicas de las princesas árabesEl Mundo

La temperatura de entre 19 y 21 grados todo el año hace que, en su interior, siempre se esté a gusto, sea la época que sea, sin necesidad de aire acondicionado. Entre sus diferentes salas, dispuestas a merced de la gruta natural que cobija el edificio, que data de 1605, uno puede degustar unas deliciosas setas a la brasa recogidas por la zona, un cordero segureño (o lo que es lo mismo, de la Sierra del Segura), un tomate con aguacate de Motril o un chuletón a la sal, procedente de las terneras granadinas. Un menú autóctono cien por cien que acaba, sí o sí, con el licor de aguardiente que también producen Pérez y su familia en el local.

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