El país, con la muerte de Willy Rodríguez, pierde no solo una de las voces más hermosas de la radio, a un cuadro voluntario de la prevención de accidentes en feriados y ante acontecimientos climáticos, sino también a un enamorado del turismo interno, promotor de destinos y refugios para la familia dominicana, promoviendo la experiencia de conocer lo mejor del país. Rodríguez era, desde hacía años, un gestor del turismo interno y se afanaba por descubrir y promover refugios del turismo para el dominicano, un aspecto que nadie ha destacado en los reportajes biográficos que reseñan los medios. El turismo interno pierde con la partida de Don Willy, uno de sus defensores.
Y desde diversas emisoras de provincias particularmente desde La Vega, Puerto Plata Santiago, Bani y San Francisco de Macorís, promovió la visitación a destinos orientados a maravillar a los excursionistas. Hoy para miles de persona es difícil imaginar la radio sin la voz y el trabajo de Willy Rodríguez. Otro aspecto que promovia eran los carnavales en las provincias, incluyendo los mas alejados de la capital pero tenia una obvia inclinacion, por asuntos de su origen natal, por el carnaval de La Vega.
Lastimeramente se nos fue la noche de este martes 6 de julio a las 9 y 57 minutos de la noche en el Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT) para llegar, al fin, al descanso eterno.
La suya fue existencia que no tuvo vacaciones, ni pausas laborales durante los 35 años y seis meses que cursaron desde que lo nombró como director de la Z, Bienvenido Rodríguez, en 1986, hasta julio de 2021, cuando, el día 24 es ingresado con Covid al prestigioso centro asistencial, en el cual su cuadro se fue agravando hasta este desenlace, justo el hombre que no se cansó nunca de solicitar a la comunidad que se preservara de la pandemia.
Cierto que todos los seres humanos llegan al mundo para partir un día, pero algunos tienen tal presencia en la gente, que su partida deja una profunda marca en el imaginario colectivo. Imaginar la radio sin la voz y el trabajo de Willy Rodríguez, es difícil. Era una voz enraizada en el cuerpo social. Parte de la cotidianidad del dominicano. La interrogante incontestada: ¿De dónde sacaba tanta energía?
Era adicto a la recepción, difusión y debate de las noticias. Fue el creador del que sería el programa estrella de La Z, mediante el cual desarrolló, además de la labor informativa y de comentarios diarios, una línea de trabajo particularmente intensa y comprometida con la preservación de vidas, en tiempos vacacionales (Semana Santa, Carnavales, Navidad) en los cuales se salvaron no se sabe cuántas personas por la labor de prevención de accidentes de tránsito o las condiciones del tiempo (inundaciones, huracanes y otros eventos). Fue primero, sin proponérselo, una especie de director alterno y no oficialmente nombrado de la Defensa Civil y, luego, del Centro de Operaciones de Emergencia (COE), labor voluntaria por la que no recibía pago alguno aun cuando claramente le exigía tiempo y excede los límites de su trabajo para la popular estación.
Como locutor, era dueño de una de las voces más hermosas y mejor timbradas, manejada con una dicción estricta pero discreta en la pronunciación.
El Gobierno de la Mañana revolucionó la forma de servir las noticias, al superar el formato de los noticiarios radiales formales, al espectáculo noticioso, que suministra informaciones, aderezada con comentarios y posturas de compromiso político y partidario a esos contenidos. Con la creación de El Gobierno de la Mañana, concebido por él e ideas que aportó el comunicador y locutor Marino Guzmán (talento creativo, imitador de voces y de posturas que representaban al ciudadano de la calle) y a Juan Taveras Hernández, agudo, crítico y políticamente comprometido, establecía una institución radial y un precedente que marcó el dial de la radio de Frecuencia Modulada para constituirse en uno de los espacios de mayor incidencia.
Ellos tres son los fundadores de El Gobierno de la Mañana. Un año más tarde se integra Álvaro Arvelo hijo, un intelectual y periodista de amplio conocimientos académicos y de una memoria extraordinaria, sobre todo en historia. Es una figura polémica, probablemente la más polémica por sus planteamientos, su manejo del lenguaje en cuanto a vocablos inoportunos para la hora de transmisión del espacio y el uso de interjecciones y onomatopeyas.