Claroscuros turísticos

Si la información requerida no se analiza adecuadamente se pueden cometer serios errores en el manejo de nuestra industria turística. La advertencia aplica mas hoy día porque la recuperación del flujo de visitantes extranjeros de vía aérea que ha ocurrido en los últimos meses podría colapsar. Las variantes del coronavirus están amenazando con tambalear esa recuperación en nuestros principales mercados emisores. La ponderación sosegada del peligro debe prevenir gastos innecesarios y hasta temperar los festejos de victoria. Las autoridades del sector deben hilar fino con esa y otras situaciones sectoriales pendientes.

La euforia por la incipiente recuperación es comprensible. El vigoroso crecimiento de las llegadas de extranjeros de vía aérea en julio y agosto llevará a pensar que no hay vuelta atrás. Pero durante los primeros seis meses del 2021 las llegadas provenientes de tres mercados emisores (EEUU con 750,763, Puerto Rico 51,703 y Colombia 47,476) sugiere que ese vigor lo aporta EEUU, nuestro principal mercado emisor. El hecho de que en julio vinieran 261,839 estadounidenses y solo 5,099 canadienses confirma la percepción. De los 5,357,619 extranjeros de vía aérea llegados en 2019, un 41% fue estadounidenses y un 17% canadiense, aportando esos dos países 58% del total (ver gráfico).

Este año las restricciones de viaje han relegado a Europa a un insignificante lugar.

El imán que ha halado a los turistas americanos hacia nosotros no ha sido otro factor que la creciente confianza en la seguridad sanitaria. Esta confianza ha aumentado porque EEUU ha logrado vacunar con una dosis un 62% de su población y un 53% con dos, mientras nosotros hemos logrado vacunar un 68% con la primera dosis y un 56% con las dos dosis. Otros factores relevantes –vacunación de los trabajadores del sector, protocolos de seguridad en los hoteles, seguros, pruebas y distanciamiento en los aeropuertos—no habrían jugado un papel decisivo porque esas medidas han sido adoptadas por todos los destinos turísticos importantes, incluyendo nuestros competidores regionales (Cancún y Cuba). Es la creciente confianza del viajero potencial, unida a la demanda contenida, lo que ha generado nuestra incipiente recuperación.

Se requiere prudencia ante la recuperación porque se están reportando señales de que en los próximos meses podrían presentarse grandes rebrotes en EEUU. El mayor peligro lo presenta la variante Delta, la cual es más contagiosa que ninguna otra y está causando rebrotes en todo el mundo (incluyendo EEUU, Brasil y Guatemala). Se teme que, a pesar del creciente número de vacunados en el mundo, los países no podrán llegar al 80-90 de vacunados mientras la variante Delta se disemina. En Cancún ya se está comenzando a sentir la ralentización y Cuba está registrando casi 10,000 nuevos casos diariamente. CNN reporta un 850% de incremento en los casos en EEUU desde el inicio del verano, con 1,500 muertes y un promedio de 137,000 nuevos infectados diariamente. La consecuencia es que en días recientes se han caído las ventas en las agencias de viajes de EEUU y las búsquedas de vuelo de Europa. Y, por otro lado, la Unión Europea ha vuelto a imponer restricciones a los visitantes provenientes de Estados Unidos.

En nuestro país perseveramos con los esfuerzos de vacunación para alcanzar la inmunidad de rebaño. Pero Denise Gómez, una prominente experta en Salud Publica formada en John Hopkins, ha vaticinado un rebrote importante para el mes de octubre, a pesar de que las autoridades reportan que la variante Delta no se ha presentado aquí todavía. “Unos 21,323 nuevos ca­sos sema­nales del virus del Covid-19 se esta­rían registrando en el país durante la semana del 18 al 24 de octubre de este año, equivalentes a 3,057 por día.” Esto contrasta con los 200-300 casos diarios que se presentan actualmente y la muy baja letalidad. Aunque el Ministerio de Salud minimiza esa posibilidad, está claro que, de materializarse, el rebrote podría colapsar la recuperación del flujo turístico al finalizar el año.

Bajo estas circunstancias no resulta aconsejable cantar victoria o jactarse en demasía sobre la recuperación. Las autoridades hacen bien en iniciar la inoculación de los trabajadores del sector con la tercera dosis. De hecho, la máxima prioridad debe prestarse a seguir extremando las medidas de seguridad –tanto en hoteles como en aeropuertos y medios de transporte—y no dudar en reimponer la exigencia de las pruebas para los visitantes. Pero la amenaza reseñada no torna prudente comenzar a gastar dinero en promoción del destino, tal y como se hizo con un reciente acuerdo entre MITUR y turoperadores y líneas aéreas norteamericanas. La promoción por ahora debe dejarse a las cadenas hoteleras. Hoy basta con las cuñas de CNN.

¿Debemos aprender de Cancún?  “Los hoteles, restaurantes y establecimientos turísticos del estado mexicano de Quintana Roo han reforzado los protocolos sanitarios entre los clientes y los empleados para controlar los contagios. A partir del 26 de julio se requiere certificado de vacunación o test negativo para acceder a hoteles, centros comerciales, bares, centros nocturnos y restaurantes.” Los hoteleros están valorando la exigencia de la tercera dosis para los trabajadores del sector, pero en eso nuestro país se le ha ido adelante. Mientras, Cuba eliminara las restricciones de entrada solo a partir del 15 de noviembre. A nosotros nos toca vigilar de cerca la situación mientras no tengamos restricciones de entrada. Y de ser necesario, no sería muy alocado exigir los certificados de vacunación a los estadounidenses porque ya los vacunados son muchos.

Si algo ha dejado claro el impacto de la pandemia es la necesidad de contar con estadísticas sectoriales que permitan calibrar mejor las medidas a tomar. Falta un sistema transparente en línea que permita conocer la ocupación de todos los hoteles diariamente, cuales están operando y cuál es la ocupación máxima permitida. (Las esporádicas declaraciones de ASONAHORES al respecto no son suficientes.) El MITUR debe priorizar su desarrollo, así como tiene que lograr la transferencia del sistema de estadísticas turísticas a la ONE, una aspiración que tiene décadas. Por otro lado, es preciso arrojar luz sobre la relativa importancia de los ingresos de divisas por turismo. Cuando se tome en cuenta que más de un 40% de ellos vuelve a salir de la economía por las importaciones del sector, nos percataremos que las remesas ya son mucho más importantes en cuanto a su contribución neta a la economía.

Con a sin pandemia existen tres claroscuros turísticos adicionales que ameritan comentario. El primero es el proyecto de Pedernales, el segundo la Ciudad Colonial y el tercero el escandaloso latrocinio de los hoteles estatales. Como han pasado casi 13 meses desde que el presidente Abinader anunció el proyecto de Cabo Rojo ya es tiempo de saber cuáles inversiones hoteleras están a boca de jarro. El MITUR debe aclarar, sobre todo, si las 3,000 habitaciones de la primera fase serán construidas por el Estado o si existen inversionistas privados que las asuman. Con un costo de inversión de unos US$200,000 por cada habitación, el monto de la inversión total asciende a US$600 millones. Con el costo de la infraestructura de servicios (incluyendo aeropuerto, planta de tratamiento, líneas eléctricas, acueducto, carreteras, etc.) la inversión total ascendería a unos US$1,000.

El Estado podría hacer la inversión en la región más pobre del país para que las cadenas hoteleras se ocupen solo de gerenciar los hoteles. Pero al gobierno se le ha advertido que Cabo Rojo no suscita interés por parte del mercado y que el desarrollo debe hacerse en Bahía de las Águilas porque esa es la playa que atraería la inversión privada. Como el silencio sobre el avance del proyecto se torna sospecho, hay razones para temer que el proyecto no se materializara durante la presente administración. Es imperativo que las autoridades aclaren esa situación y que dediquen mayor atención al proyecto, visitándolo con la prensa y con los posibles inversionistas. Estamos a tiempo para girar hacia Bahía de las Águilas porque no habría razones ambientales para marginarla.

A la Ciudad Colonial, por su parte, parece que le ha caído polvo cósmico o polvo del Sahara porque el segundo proyecto del BID luce empantanado. El financiamiento del BID para su remozamiento fue firmado en abril del 2019 y en febrero de este año el presidente Abinader inauguró oficialmente el proyecto. Es decir, hace 28 meses de la firma del acuerdo y todavía hoy no se ven señales de su arranque. El mes pasado se firmó un acuerdo interinstitucional para lanzarlo, pero todavía el presidente no acaba de nombrar al director ejecutivo del Comité para la Preservación de la Ciudad Colonial. Mientras, los hoyos del pavimento son cada vez más hostiles para cualquier visitante.

En cuanto a los 18 hoteles estatales un reciente Informe de Alicia Ortega revela el crónico latrocinio imperante por décadas. El mismo gerente de CORPHOTELS revela que “muchos arrendatarios no cumplen con las inversiones pautadas en los contratos para mantenimiento y amueblamiento de los hoteles; otros, ni siquiera pagan las cuotas de arriendo mensual y se benefician de las instalaciones sin pagar un peso.” Es preciso que este gobierno enfrente esa situación y ponga esos hoteles en publica subasta. En una economía de mercado, la hotelería es una actividad que debe ser exclusivamente privada.

Una manera de enfrentar los impactos negativos de la pandemia contra el turismo es atendiendo a las situaciones arriba resanadas. Los vuelos provenientes de Rusia están restableciéndose y los aeropuertos de Punta Cana y Santo Domingo registran un aumento progresivo en los vuelos que reciben, pero no podemos bajar la guardia frente a las amenazas que se ciernen sobre nuestra principal industriaCLAROSCUROS TURÍSTICOS