Empanadas: ¿cuál es su origen en América Latina? Cada país tiene una historia por contar... y una forma de comerlas

Empanadas: ¿cuál es su origen en América Latina? Cada país tiene una historia por contar... y una forma de comerlas
Empanadas: ¿cuál es su origen en América Latina? Cada país tiene una historia por contar... y una forma de comerlas

En la calle, en restaurantes o hechas en casa. Las empanadas las puedes encontrar en todo tipo de lugares si vas a América Latina. Aunque, eso sí, cada país tiene una historia que contar respecto a este alimento.

El punto en común que tienen los países latinos en este platillo es Europa (aunque con tintes árabes y africanos en algunos casos). Ya fueran españoles, ingleses u otros, las empanadas llegaron para quedarse y transformarse.

Las hay con o sin queso; con diversas salsas; hechas de harina de trigo o de maíz; rellenas de guisos salados o de frutas y jarabes dulces; fritas o al horno. Todos estos detalles siempre van a ser motivo de discusión, aunque también representan la enorme diversidad gastronómica de la región.

Jamás intentaríamos decirte cuál es la mejor empanada, pero aquí te dejamos una lista sobre su origen en América Latina y las diferentes formas en las que se come.

El origen de las empanadas en América Latina

Según cuenta el historiador argentino Daniel Balmaceda en su libro La comida en la historia argentina, “los antiguos pueblos del Mediterráneo ya empanaban”. “Su popularidad (de la empanada) en Occidente partió del inconmensurable intercambio que se dio durante las Cruzadas y arraigó entre los peregrinos que cubrían largas distancias. Los alimentos empanados eran fieles compañeros de aquellos que emprendían la ruta a Santiago de Compostela”, relata Balmaceda.

Se cree que la empanada llegó a Argentina de la mano de los inmigrantes españoles. Balmaceda dice que ya en 1810 había vendedores de empanadas en territorio rioplatense.

Y, a comienzos del siglo XX, “la venta callejera de empanadas se dividió en dos. Por un lado, los españoles: ellos ofrecían su producto fresco, pero frío. Los italianos del sur, en cambio, vendían las empanadas calientes, aunque era la forma de disimular la falta de frescura. Porque, en realidad, eran recalentadas”.