Las aerolíneas Latam y Delta anunciaron la expansión de sus códigos compartidos, lo que permitirá a sus clientes acceder a más de 20 rutas internacionales entre Estados Unidos y Sudamérica, junto con conexiones a destinos domésticos y dentro del continente.
Con este acuerdo, Latam, la mayor aerolínea de Latinoamérica, añade a su oferta ocho nuevas rutas internacionales operadas por Delta entre Sudamérica y Estados Unidos y 11 destinos domésticos en Estados Unidos, desde Atlanta.
La estadounidense Delta, por su parte, suma 12 rutas internacionales operadas por el grupo Latam entre Sudamérica y Estados Unidos, conectando desde Miami y Orlando, Nueva York y Los Ángeles, así como 7 rutas interregionales en América del Sur y cuatro nuevos destinos domésticos en Chile.
A través de un comunicado, las compañías indicaron que este acuerdo beneficiará a los clientes con más conexiones entre ambas regiones, con más de 40 destinos en Sudamérica, incluyendo rutas domésticas en Brasil, Chile, Colombia y Ecuador y Perú; rutas entre Sudamérica y Estados Unidos y más de 70 rutas domésticas dentro de Estados Unidos.
Adicionalmente, anunciaron que en los próximos meses complementarán su red de código con nuevas rutas a los destinos de Delta en Estados Unidos y entre Estados Unidos y Canadá.
Delta, con sede en Atlanta, arrojó en los primeros seis meses de 2021 unos resultados negativos de 525 millones, muy por debajo de las pérdidas de 6.251 millones del mismo periodo del año pasado, después de que su actividad se redujera cerca de un 95 % durante los momentos más duros de la pandemia de coronavirus.
Latam, nacida en 2012 de la fusión entre la chilena Lan y la brasileña Tam, registró una pérdida neta de 691,9 millones de dólares durante el tercer trimestre de este año debido a los costos de mantención y a los gastos de la reestructuración que lleva adelante por la pandemia.
Debido a la crisis sanitaria, Latam redujo en 2020 su operación hasta en un 95 % y concluyó el 2020 con una caída de sus ingresos operacionales del 58,4 %.
La empresa se acogió en mayo del año pasado al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, que permite a una empresa que no puede pagar sus deudas reestructurarse sin la presión de los acreedores.