Desconcierto en el sector hotelero con presencia en Rusia. A pesar de la intención de muchas marcas de paralizar su actividad en el territorio, se están encontrado numerosas dificultades mientras algunos de sus hoteles están reabriendo sus puertas. (La ‘lista negra’ debería ser ‘roja’)
Las propias cadenas asumen que “huir” del país no es una decisión de un día para otro. Según CoStar, hay muchas dudas en el grado de control que tienen las marcas sobre los establecimientos rusos. Revelan que la colaboración entre propietarios, inversores, marcas y empresas de gestión de terceros se basa en una red de relaciones estratificadas que complican el cese de la actividad.
A estos problemas administrativos hay que sumar el miedo a las represalias del Kremlin, que ya se ha mostrado muy amenazante por las sanciones impuestas desde Europa. Las empresas han de actuar de manera muy delicada frente al gobierno ruso a la vez que han de esquivar posibles castigos de la UE y al mismo tiempo avanzar en su desarrollo económico en unos tiempos aún volátiles (Turquía y Cuba, las grandes víctimas del bloqueo a Rusia).
Por otra parte, el esfuerzo de muchas cadenas para desarrollar su negocio en Rusia en los últimos años ahora hace que valoren si merece la pena abandonar el país. En declaraciones a la HNN, el experto en desarrollo hotelero, Darren Blanchard, entiende que “después de haber trabajado tanto tiempo en Rusia, lo difícil que es la decisión de retirarse de ese país”. Sin embargo, explica que “aferrarse sólo es tóxico”.
“El daño ya está hecho y el punto de no retorno se cruzó hace más de un mes”, dice Blanchard, criticando que las situaciones provocadas por Rusia “no pueden revertirse ni pasarse por alto”. “Incluso si se puede encontrar la paz, esa paz no será satisfactoria para nadie”, por lo que “los negocios regulares con Rusia serán incompatible con hacer negocios en Europa y América del Norte”.