Superado lo peor de la pandemia y tras meses de duras negociaciones, Airbus ha conseguido finalmente cerrar un acuerdo clave con algunos de sus principales proveedores, lo que le garantiza poder aumentar su producción, tal y como había anunciado.
La francesa Safran, que fabrica las turbinas de los aviones de Airbus, junto con General Electric y la alemana MTU Aero Engines anunciaron que habían suscrito sendos acuerdos con el fabricante europeo.
Este consenso se alcanza en un momento clave, cuando el fabricante de aviones más grande del mundo prevé ampliar paulatinamente el nivel de producción que registraba antes de la pandemia para los modelos más vendidos, a medida que el tráfico se recupera en la mayor parte de Occidente. No le ha resultado fácil convencer a los proveedores de la necesidad de acelerar el ritmo de fabricación.
Safran se había opuesto a un aumento rápido de la producción del A320 y había advertido contra los efectos de las tensiones que siguen padeciendo las cadenas de suministros. Además, había mostrado sus reticencias a nuevas inversiones por si la recuperación de los tráficos resultaba ser efímera.
Dominio sobre Boeing
Al otro lado de la mesa negociadora, Airbus, sin embargo, necesitaba dar certeza a su hoja de ruta, basada en un aumento de la producción que le permitiera mantener su dominio sobre el fabricante estadounidense Boeing en los aviones de pasillo único. Y todo ello en un momento en el que el 737 Max acumula pedidos tras la paralización que sufrió de casi dos años tras dos accidentes mortales. Airbus ha defendido en el proceso negociador que un aumento de la producción mejoraría los ingresos y reduciría los tiempos de espera, estimulando así la consecución de nuevos pedidos.
Los proveedores, muy cautos ante la recuperación de los tráficos
Fuentes del sector recuerdan cómo ha cambiado la situación. En febrero de 2020, cuando la amenaza del Covid comenzaba a ser global, Airbus estaba produciendo el modelo A320 para alcanzar un ritmo de 67 unidades al mes en 2023.
Sin embargo, a principios de este año notificó estar fabricando unos 45. Superados los recortes que impuso la pandemia, el objetivo es llegar a los 65 a mediados del próximo ejercicio y ya a medio plazo la empresa con sede en Toulouse (Francia) se ha marcado como meta alcanzar los 75 aviones al mes a mediados de esta década.
Por su parte, a los principales proveedores de motores del gigante europeo también les preocupa que su negocio principal de mantenimiento de aviones se vea seriamente amenazado si a partir de ahora se incorporan a las flotas nuevos aviones de forma demasiado acelerada. Por ello, y para cubrir las amenzadas que suponen las grandes incertidumbres que aún persisten, derivadas de la guerra y el nuevo repunte de Covid en China, los proveedores admiten estar negociando un sistema de adelantos o garantías que palíen esos riesgos.
El fabricante francés de motores Safran acaba de publicar en su informe trimestral de ventas cómo la guerra en Ucrania, las sanciones aplicadas a Rusia, la inflación y los cuellos de botella que puede provocar el resurgimiento del Covid en China tendrá impacto en sus resultados. Para compensar esos posibles efectos, anuncia que acometerá un plan de reducción de costes.
La compañía gala admite haber seguido comprando titanio a Rusia, una materia prima esencial para fabricar algunas de las piezas de sus motores, pero, al mismo tiempo, anuncia que ya busca suministradores alternativos en Estados Unidos y Japón. La pérdida del mercado ruso supone alrededor del 2% de las ventas de los aviones de pasajeros Sukhoi Superjet 100 e Irkut MC-21.