Piensa en tu infancia. Diciembre era el más largo de los meses.
Pudo haber estado lleno de ensayos de las representaciones navideñas de la escuela, había que escribir la lista de regalos y saborear los chocolate del calendario de adviento por la mañana. Pero a veces parecía que Santa nunca iba a llegar.
De adulto es una experiencia diferente. En un minuto son vacaciones de verano, barbacoas y quemaduras solares y luego, en un abrir y cerrar de ojos, son pasteles navideños, pan dulce y pavo. ¿Soy solo yo, o la Navidad llega más rápido?
Si no puedes creer que la temporada festiva ya está sobre nosotros, no estás solo. Mis colegas y yo recientemente realizamos una encuesta a 918 adultos en Reino Unido (los resultados completos aún no se han publicado) y encontramos que el 77% de los encuestados estuvo de acuerdo en que la Navidad parece llegar más rápido cada año.
Una razón puede ser la forma en que experimentamos los cambios del paso del tiempo a medida que envejecemos, lo que a menudo da como resultado la sensación de que el tiempo se acelera cuando nos vamos haciendo mayores.
Para un niño de siete años, los 12 meses entre Navidades son una gran parte de su vida. Para una persona de 45 años, esos mismos 12 meses son una pequeña parte de su experiencia. Esta diferencia de proporción comprime el tiempo relativo entre Navidades cada año.
Nuestra experiencia del tiempo también cambia porque dependemos de la memoria para estimar la duración. Cuando juzgamos cuánto duró algo, basamos nuestra estimación en cuántos recuerdos hicimos durante el período de interés.
Ya sea que estemos tratando de recordar la duración de una película, un viaje en automóvil o una relación, la cantidad de recuerdos que codificamos durante la misma servirá como indicador de su duración.
Nuestros cerebros interpretan como breves los períodos de tiempo en los que se crean menos recuerdos nuevos, ya sea porque faltaron tareas estimulantes, actividades novedosas o emociones intensas.
A medida que envejecemos, la memoria se vuelve más falible y recordamos menos de nuestra vida cotidiana. También es menos probable que intentemos cosas nuevas como cuando éramos más jóvenes.
Juntos, estos factores pueden contribuir a la sensación de que ha pasado menos tiempo desde la última Navidad de lo que esperábamos.
Debido a que lo que hacemos tiene una influencia tan fuerte en cómo experimentamos el tiempo, los cambios en nuestra rutina distorsionan el paso del tiempo. Un día predecible ayuda a que el tiempo fluya de manera constante.
Esto quedó ilustrado a escala mundial durante la pandemia. Un minuto estábamos todos haciendo nuestra vida diaria. Entonces, de repente, nuestras rutinas se desorganizaron. La gente desde Buenos Aires hasta Bagdad reportó una abrumadora sensación de que el tiempo no transcurría con normalidad durante la pandemia.
Si bien la Navidad no causa el mismo nivel de interrupción que una pandemia global, altera nuestros hábitos.
Otro factor que puede hacernos sentir que la Navidad está aquí demasiado rápido es la cantidad de energía que ponemos para anticiparla.
Para muchos niños, la Navidad es posiblemente el evento más esperado del año. Los calendarios de adviento cuentan los días hasta que llega Papá Noel. Toda esta emoción hace que los niños presten mucha atención al paso del tiempo en el período previo a la Navidad.
Desafortunadamente para ellos, centrarse en el paso del tiempo normalmente lo hace lento.
Para la mayoría de los adultos, la Navidad es menos emocionante. Así que los adultos probablemente piensen menos en la cuenta regresiva. Prestar menos atención al tiempo hace que pase más rápido.
El efecto puede haber sido particularmente pronunciado este año porque, en la normalidad posterior a la pandemia, la vida está más ocupada que nunca y tenemos incluso menos tiempo para pensar en la Navidad.
El cambio tecnológico también afecta nuestra percepción del tiempo. Los avances en tecnología nos permiten realizar más tareas, más rápido que nunca. Esta aceleración en el ritmo de vida durante los últimos 20 años también puede contribuir a la sensación de que la Navidad ahora llega demasiado pronto.
A pesar de prestar menos atención al tiempo, los adultos experimentan muchas más demandas en sus horarios que los niños en el período previo a la Navidad.
Para los niños, la Navidad sucede por arte de magia. Para los adultos, sin embargo, la mística festiva es reemplazada por una gran cantidad de planificación, compras, envoltorios y cocina. La presión de tiempo adicional creada por la Navidad puede contribuir a que pase más rápido.
La falta de control que tienen los niños sobre la Navidad aumenta probablemente su nivel de incertidumbre temporal. No saber cuándo, o de hecho si sucederá algo, también puede ralentizar el paso del tiempo.
Sin embargo, tal vez sentimos que la Navidad llega más rápido cada año porque realmente es así. En años pasados, la publicidad navideña no se veía hasta el comienzo del Adviento. Hoy en día es normal ver Santas de chocolate en las estanterías de los supermercados a principios de octubre.
Este cambio literal de la línea de tiempo de Navidad sin duda se suma al sentido psicológico de que la Navidad llega antes.
Sin embargo, los intentos de los minoristas de aumentar las ganancias comenzando el período festivo antes cada año tienen un precio. Cuando el minorista Very.com lanzó su campaña publicitaria navideña el 7 de octubre de 2021, hubo indignación pública.
No queremos que la Navidad llegue más rápido. Very no repitió su error este año.
*Ruth Ogden es profesora de Psicología Experimental, Universidad John Moores de Liverpool, Reino Unido.