En los mares y océanos se esconden todavía secretos por descubrir, misteriosas especies y miles de kilómetros por explorar. El submarinismo acerca a los aficionados del agua a conocer más de cerca todas las sorpresas que nos tiene preparada. Lugares para sumergirse hay muchos y repartidos por todo el planeta, aunque hay pocos tan maravillosos como estos cinco.

Sumergirse entre tiburones grises en New Providence. Esta es la isla más conocida y más poblada de las Bahamas, y también es el lugar en el que los aficionados al submarinismo de aventura pueden bucear entre escualos. El archipiélago de las Bahamas es uno de los mejores enclaves del mundo para disfrutar de esta práctica. Durante la inmersión, uno puede conocer de cerca la gran variedad de tiburones que viven en estas aguas atlánticas, como el tiburón limón, el pez martillo, el tiburón toro o el tiburón tigre.

• Explorar las interminables galerías inundadas de los cenotes mexicanos. Los pozos profundos de agua forman parte de sistemas de cuevas subterráneas. Los cenotes más viejos son los que están completamente abiertos, mientras que los más jóvenes conservan su cúpula intacta. Sus aguas cristalinas permiten observar todo el espacio submarino que se encuentran en estas zonas.
• Disfrutar de los arrecifes de coral en Cuba. La isla proporciona más de 5.000 kilómetros de costa e increíbles lugares para bucear en casi todos ellos. El clima tropical y la temperatura del agua convierten al país en un entorno idílico para sumergirse y disfrutar de la gran cantidad de especies marinas que habitan ahí: desde arrecifes coralinos con peces tropicales y crustáceos hasta esponjas, estrellas de mar y mamíferos o tortugas marinas.
• Revivir tragedias de naufragios en los pecios históricos en las costas egipcias. En el Mar Rojo se puede disfrutar de auténticos tesoros sumergidos, como barcos hundidos de la II Guerra Mundial, que se pueden incluso descubrir navegando entre sus estancias.
• Admirar la explosión de vida en la Gran Barrera de coral australiana. Este es el arrecife más gran del mundo, ya que se extienda por más de 2.000 kilómetros, lo que le ha convertido en patrimonio mundial de la Unesco. Al formar un ecosistema en el que viven muchas especies diferentes de animales, hay que tener sumo cuidado mientras se explora.