No somos el país más rico de América, ni pensarlo. Tampoco el más grande. Sin embargo, tenemos la particularidad de ser el primer contacto del viejo continente con la zona americana.
Eso tiene, sin dudas, un valor inigualable, pues nadie más lo tiene. Si queremos sólo eso nos permitiría promover ese valor particular como punto de encuentro y de partida para muchas de las acciones de las naciones exploradoras de nuevos territorios y riquezas.
El valor de esas historias es del tamaño de quienes la puedan bien contar de múltiples maneras.
Pueden servir, primero que nada, para insuflar el espíritu nacional. Resultan contenido para la cinematografía y el arte en sentido general.
Contárselas a los turistas.