Costos de los conciertos en República Dominicana superan promedio de la región

Costos de los conciertos en República Dominicana superan promedio de la región
Costos de los conciertos en República Dominicana superan promedio de la región

Las entradas para los conciertos no son el indicador tradicional, o más convencional, de la inflación. Las fluctuaciones de los combustibles o el precio del huevo, por el contrario, sí lo son. Sin embargo, la forma en que la gente aborda el costo de ver a su artista favorito puede hablar sobre cómo gastan su dinero.

No es para menos. Tras la pandemia, el gasto en viajes y conciertos se volvió un fenómeno impulsado por una combinación de mentalidades YOLO (Solo se vive una vez) y FOMO (Miedo a perderse algo). Eso, combinado con la tendencia del “gasto de venganza”, en la que la gente desvió su consumo de bienes a experiencias, lo que ha hecho que la industria tenga una demanda competitiva.

En consecuencia, los precios de las boletas de los conciertos se han elevado. Así lo afirmó el empresario artístico Pedro García, productor de las presentaciones del dúo musical argentino Pimpinela, Beto Cuevas, Emmanuel o Maroon 5 (2010) en República Dominicana.

“Si tú agarras los precios del 2019 y lo que se empezó a cobrar en el 2022, vas a ver que hubo un incremento bastante grande en el precio de las entradas. Los mismos artistas subieron sus costos a raíz de su popularidad”, dijo.

El resultado se está viendo el costo para disfrutar de un artista. Por ejemplo, la boleta en general standing, platea o pista para ver Music Of The Spheres World Tour, de Coldplay costó US$137 (RD$7,800) en República Dominicana. Fue el precio más alto en un grupo de nueve países entre los que están México, Colombia o Chile. Igual para ver a Pablo Alborán en su Gira de Teatros, donde se tuvo que desembolsar un promedio de US$167 (RD$9,535).

Cuando se observan los precios de las entradas VIP, Front Stage o Super Fan, dependiendo el país, República Dominicana se posiciona entre los primeros lugares con costos que alcanzaron los US$580 para ver a Rosalía o Marc Anthony, o US$1,230 para disfrutar del Bad Bunny.

Esto indica que en 2022 el precio de algunas entradas para conciertos fue equivalente a un mes de alquiler de una vivienda en clase media, el pago de un préstamo vehicular o de una hipoteca. El 2023 luce igual y eso todavía no ha disuadido a los fanáticos de la música de intentar conseguir asientos para ver a sus artistas favoritos en gira.

Desde Karol G o Ana Gabriel hasta Juan Luis Guerra, ha habido un aumento en el número de personas que ven música en vivo después de la pandemia. La situación ha obligado a los organizadores a duplicar la cantidad de funciones en algunos casos.

“Al dominicano le encanta ir a un concierto. Es un fenómeno muy interesante”, expresa García.

“Después de la pandemia se han decidido a disfrutar la vida, digo yo, porque la mayoría, no todos, pero la mayoría de los conciertos después de la crisis sanitaria han sido a casa llena”, agregó.

Juan Luis Guerra se presentará en el Estadio Olímpico el 10 de febrero de 2024.

Es una situación que no se daba antes del covid-19. De hecho, el comportamiento de los dominicanos hizo que se fortaleciera la industria de los conciertos. “Los promotores siempre habíamos querido tener, como en Estados Unidos, la preventa.

Aquí antes no existía esa herramienta y hoy día te sacan un concierto, y si es bastante demandado, como es el caso de, por ejemplo, Luis Miguel, en 24 a 48 horas se vendió todo una presentación que es dentro de cuatro meses”, sostuvo.

Impacto económico

Para el economista Henri V. Hebrard, que la industria de conciertos se haya recuperado a tal forma se debe, por un lado, a las ganas de los dominicanos de “disfrutar la vida”, y por otro, a que es una industria muy estructurada, con unos tres o cuatro grandes jugadores.

También, que el país presente algunas de las boletas más costosas se debe al desarrollo económico. “Yo creo que ahí hay una combinación de dos cosas, de un lado, hay una demanda fuerte y por otro, ha habido unos niveles de ingresos crecientes. Ya el año pasado la República Dominicana se convirtió en la séptima economía de mayor tamaño en la región, pasando a Ecuador y a Puerto Rico”, manifestó Hebrard.

Esa es la razón por la cual, en este extraño momento económico, muchas personas están descubriendo que quieren gastar su dinero en conciertos y otras experiencias. “Antes, eventualmente, la gente tenía que salir a Miami, Puerto Rico o México para tener acceso a ese tipo de entretenimiento”, agregó.

Es así como el crecimiento de los ingresos, entiende, ha influido en el consumo y en los precios de las boletas. Asimismo, el economista analizó la fortaleza del peso dominicano, que ha hecho que productos y servicios comercializados suban en dólares. En el caso de Colombia, detalla que tiene una devaluación importante.

También destacó el producto interno bruto (PIB) per cápita, que superó los US$10,000. “Efectivamente, en República Dominicana hay un mercado muy atractivo para algunos artistas”, dijo Hebrard. No pasó por alto el target al cual suelen están dirigidos dichos eventos. “Suelen ser elevado”, a diferencia de países como Chile donde se pudiera estar buscando masificar los eventos.

Indicadores

Así como en la economía general, la industria de los conciertos tiene sus indicadores de “inflación”, una posible razón de que los precios sean altos, según explicó el empresario artístico, es el lugar donde se realice. Ya sea el Hotel Jaragua, Teatro Nacional o Palacio de los Deportes, “todos han subido los precios”.

La lógica simple sería “a mayor espacio, más barato. A menor espacio, más caro”, pero no es tan fácil, pues intervienen otros factores. Así como en las finanzas personales, “tienes que hacer un presupuesto general del concierto que te incluye todo”, porque influye el porcentaje de ganancia y el mercado va dictando el precio, hasta cierto punto.

Otro factor que influye es el cargo por servicio, que en países como Colombia puede hacer que el precio aumente hasta en un 11.92%. En República Dominicana, la empresa líder en venta de boletas, no solo vente hasta el 90%, sino que “ellos mismos te ponen o incluyen cargos por servicio”, señala el empresario.

También está el hecho de que el país carece de sitio para hacer conciertos. “Tenemos el Teatro Nacional, que siempre está lleno, o el Teatro de Fiesta del Hotel Jaragua, Bellas Artes. Todos los demás sitios donde se hacen conciertos son instalaciones deportivas que nosotros adaptamos para hacer conciertos”, detalla García.

La inversión, que va desde el un aire acondicionado, hasta la tarima, techo, luces, sonido, personal de trabajo y seguridad, como resultado, se traduce en el costo de la boleta. Lo anterior sin contar en la publicidad.

En ese sentido, Hebrard destacó el Fideicomiso Público SD2050, en la cual, entre otras iniciativas, hay una que busca la construcción de una infraestructura que pueda combinar un estadio de béisbol de Grandes Ligas y que a su vez tenga la capacidad, fácilmente, de convertirse en un espacio para conciertos.

Tanto para el economista como empresario artístico, se trata de una industria que creciendo poco a poco. Asimismo coincidieron en que necesita ser regularizada.

Costo promedio para ver a un artista

De acuerdo con Statista, en 2019, ver a un artista en vivo en concierto costaba una media de US$96.17. Según detallan, esto supuso un aumento sustancial respecto a 2015, cuando una entrada para un concierto costaba poco más de US$78.

Sin embargo, como estos precios son promedios, no reflejan necesariamente costos adicionales, que pueden variar enormemente según el lugar, el tipo de asiento y el propio artista.

Para algunas de las estrellas más importantes, los asistentes a conciertos de todo el mundo pueden esperar mucho más que el promedio mundial. Otro factor que puede influir en el precio de las entradas es el vendedor.

Los mercados de reventa de entradas en línea, suelen ser criticados por anunciar entradas a precios inflados, y la proliferación de vendedores no oficiales significa que a los compradores a menudo se les cobra más de lo que valían el pago de entradas en primer lugar.

La promotora musical líder a nivel mundial en 2018 fue Live Nation, que vendió un total de US$49.52 millones de entradas en todo el mundo.

Otros grandes promotores musicales son AEG Live y Feld Entertainment.