Itinerarios por destinos poco trillados, todo el champán que uno pueda imaginar, suites de diseño con vestidor y hasta telescopio, y la primera tienda de Rolex en el mar. Así es el primer barco de la nueva naviera.
A medio camino entre Islandia y Noruega, los fiordos de las Islas Feroe amanecen en el corazón del Atlántico Norte entre densas brumas y fuertes vientos. Mientras la capitana Serena Melani, comandante del Explora I, realiza las maniobras de atraque en el puerto de Tórshavn, los pasajeros disfrutan del confort de este nuevo barco de lujo ajenos a la furiosa meteorología.
Por delante tenemos un día apasionante de exploración. De recorrer carreteras entre acantilados salvajes, de montañas regadas por mil cascadas y pueblos de colores donde la hierba crece en los tejados. Pero en la cubierta 10, aún nadie se ha puesto el chubasquero. Reclaman la atención del pasajero el capuchino, los huevos benedictinos hechos en el momento, la fruta recién cortada y los yogures de chía. Algunos huéspedes han empezado el día con las posturas del Saludo al Sol frente a enormes ventanales con vistas al mar. Otros están aún retozando en la fabulosa cama de su suite, entre sábanas Frette.
No hacen falta muchos días de travesía para sentirte como en casa, o mejor dicho, como en la casa que te gustaría tener en este barco inaugurado el pasado verano entre gran expectación. El Explora I reúne muchos señuelos para viajeros sibaritas, tanto, que nace con la ambición de redefinir el lujo en alta mar. Serios competidores no le faltan, pero este buque de flamante casco azul oscuro -el primero de una flota de seis hermanos que ya están encargados-, es nuevo entre comillas. Detrás de la marca Explora Journeys hay una tradición marítima de 300 años y una conocidísima familia de Sorrento, los Aponte, que en los años 70 crearon MSC, la mayor compañía privada de cruceros del mundo.
Ésta es su última apuesta. Un crucero con sabor europeo que arrastre a sus cubiertas de diseño a esos viajeros inquietos que aún hoy recelan de las vacaciones en el mar. Un detalle refleja esta visión: entre las amenities de la habitación encontramos unos prismáticos para ver con mayor precisión la belleza indómita de las Feroe y de otras islas como las Orcadas y las Shetland que hemos dejado atrás en esta ruta hacia Reikiavik. No son, desde luego, estas islas típicos destinos cruceriles.
Para descubrirlas, durante el viaje podremos escuchar a expertos que conocen la cultura e idiosincrasia de cada destino. También es posible apuntarse a un showcooking de cocina de platos locales. Hasta en la carta de cócteles encontramos combinados dedicados a cada destino. En esta travesía el hit es Alegría vikinga, una potente mezcla con base de absenta… Si no es lo suyo siempre se pueda dar al champán, omnipresente en casi cualquier rincón del buque.
El Explora tiene solo suites. Todas cuentan con amplias terrazas donde cabe una chaise longue para relajarse y perderse en el mar. Muebles italianos de Molteni&C y lámparas de Astep decoran el espacio. Del vestidor, separado, cuelgan mullidos albornoces. Un cajón esconde un futurista secador de pelo. Hay libros y objetos de diseño en los estantes, y aceites de aromaterapia en el cuarto de baño de Carrara. ¿Estamos en un barco o en un hotel de cinco estrellas?
De la suite sólo podemos ir hacia arriba: de los áticos a la Owner’s Residence que riza el rizo en varios sentidos. Para empezar es el espacio habitable más grande de este barco de 248 metros de eslora. No sólo tiene prismáticos, sino también telescopio. Y en la terraza, que se extiende en toda la anchura del barco, acoge un jacuzzi infinito que parece caerse al mar. El barco ha sido ideado en colaboración con diseñadores de superyates. Y se nota.
No faltan excusas para rendirse al hedonismo. El quinto elemento, por ejemplo, está casi tan presente fuera como dentro del barco. Hay cuatro piscinas climatizadas para elegir, alguna sólo para adultos, y si nos van más las burbujas, no hay más que buscar los amplios jacuzzis abiertos al océano. Privadas camas balinesas ocupan también las cubiertas. Son perfectas para un día de navegación, esas jornadas de casi todos los itinerarios en las que el barco no atraca en ningún puerto.
Rumbo a Reikiavik con el viento del Atlántico Norte azotando fuerte no es quizá el mejor momento para la tumbona. Pero sí, de asomarse al spa y soñar con esos rituales de bienestar o tratamientos de belleza con productos del médico estético suizo Dr. Levy.
Hay otras formas de dejarse seducir: el sonido en directo de los pianos Steinway & Sons aquí y allá, el aroma del café Illy en el Café Crema o del té y los scones que todos los días se citan a las 4 en el lounge Explora o la conversación en un sofá chester del bar dedicado al whisky de malta. Nunca antes la marca de relojes Rolex había tenido una tienda en alta mar. La primera está junto al lobby, igual que las de otros nombres que unen artesanía y herencia europea, como Cartier, Piaget y Panerai.
Esa herencia y maneras de hacer del Viejo Continente están muy presentes también en la gastronomía, con Franck Garanger a la cabeza. El chef francés se embarcó en el proyecto con la misión de crear «la mejor experiencia culinaria posible en el mar». Ese fue el encargo de Pierfrancesco Vago, CEO del grupo, que un día mientras charlaban de fútbol y Fórmula I, le preguntó a Garanger si era capaz de conseguirlo. «Es cuestión de inversión y de compromiso», le respondió el chef. «Me dió carta blanca para hacer realmente lo que quería. Tenemos el mayor presupuesto de comida que hay para un barco y el mayor ratio de cocineros por huésped de la industria».
Ese pequeño ejército de 120 chefs se reparten entre los once restaurantes del barco. No existe el típico bufé en el Explora I. Hasta en el desayuno, los cocineros terminan los platos delante del viajero. Ahora bien, como dice Garanger, «con mal pollo no se puede ser un gran chef». De ahí que el secreto, y el reto, es conseguir la máxima calidad de producto. «Hacemos lo máximo para lograr ciertos productos que son incluso difíciles de conseguir en un gran hotel». Sirva de ejemplo el steakhouse Marble & Co, donde se puede elegir entre un entrecote del Simmental de Bavaria, el solomillo de Swami danés madurado o filete de Aubrac, entre otras piezas de carne. O el atún rojo de Sakura, en el restaurante asiático, con una tempura de cangrejo y tataki de wagyu memorable. O la langosta de Maine y el cordero de Nueva Zelanda que encontramos en el menú de Fil Rouge.
Hay aún un grado más de sibaritismo a bordo, el que despliega Anthology. Es el restaurante del chef invitado por el que irán pasando grandes nombres y grandes viajes culinarios. La primera colaboración la ha firmado Mauro Uliassi, uno de los mejores intérpretes de la cocina italiana con tres estrellas Michelin en su restaurante familiar cerca de Ancona. Le sigue ahora Emma Bengtsson, la chef sueca también con dos estrellas Michelin en Aquavit, Nueva York.
Servicios. El nuevo barco todo incluido suma 461 suites, cuatro piscinas climatizadas, once restaurantes, doce bares, spa, gimnasio, pista de baloncesto y dos canchas de pickleball.
Itinerarios. Este otoño, el ‘Explora I’ pone rumbo a las Américas. El 12 de octubre atraca en Nueva York para emprender una travesía hacia Quebec, Canadá (desde 4.150 euros). En noviembre habrá recorrido toda la costa atlántica hasta Miami. El Caribe será su próximo destino. Del 3 al 10 de noviembre se dirige a San Juan de Puerto Rico pasando antes por las Islas Vírgenes Británicas, Guadalupe y Antigua y Barbuda (desde 4.050 euros). En el puente de diciembre, el barco parte de Barbados en dirección a Miami en un itinerario de siete días (desde 3.500 euros).