Mañana se celebra el Día Mundial de la Tierra 2024: Nuestra deuda con el planeta

Mañana se celebra el Día Mundial de la Tierra 2024: Nuestra deuda con el planeta
Mañana se celebra el Día Mundial de la Tierra 2024: Nuestra deuda con el planeta

La Tierra es nuestro único hogar, y también el de millones de especies distintas: presenta las condiciones idóneas para la existencia de vida, algo que hasta ahora no se ha evidenciado en otros planetas del sistema solar. Esto representa, por un lado, una tremenda suerte, y por otro, cierto grado de responsabilidad por parte de quienes habitamos en ella

Así pues, en un contexto en el que el avance sin frenos del cambio climático amenaza nuestra supervivencia y la del resto de seres vivos, el Día de la Tierra, celebrado el 22 de abril, representa una oportunidad única para hacer balance de nuestros aciertos y errores en términos de medio ambiente, biodiversidad y justicia climática.Lo cierto es que nos encontramos en un punto crítico: a finales de 2023, rebasamos por primera vez el límite de temperatura global de 2ºC, lo que se tradujo en un récord de calentamiento de los océanos y, en consecuencia, una gran pérdida de vidas, tanto humanas como de una amplia variedad de especies. 

contaminación

SHUTTERSTOCK

El cambio climático llevará a una fuerte reducción de los ingresos mundiales hasta 2050, incluso si las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyesen radicalmente a partir de hoy.

Ahora, para más énfasis, una investigación ha señalado el impacto negativo que tendrá el cambio climático en la economía global del siglo: tal y como señalan los expertos del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), los ingresos mundiales se verán comprometidos hasta 2050. En términos concretos, la pérdida anual será de alrededor de 35 billones de euros en los próximos 25 años.

¿Podría ser esta una motivación suficientemente contundente para que los agentes del cambio -multinacionales, instituciones e individuos- pasemos a la acción? La actividad humana es la única culpable de llevar la Tierra a su límite, y la única capaz de revertir la deuda que tenemos con ella

Aunque todavía es pronto para evaluar los avances o retrocesos de la lucha contra el cambio climático realizados en lo que llevamos de 2024, el año pasado las advertencias de la comunidad científica y de la Organización de las Naciones Unidas adquirieron un tinte ciertamente preocupante: con términos como «ebullición global» u «horno global», en reemplazo del ya conocido «calentamiento global», los expertos trataron de concienciar sobre las trágicas consecuencias medioambientales y socioeconómicas del aumento de temperaturas en todo el mundo. 

Si bien el Secretario General de la ONU, António Guterres, recalcó entonces que todavía estábamos a tiempo de «evitar lo peor del cambio climático», es posible que ahora, casi un año más tarde, sus palabras sean mucho menos alentadoras. Según el estudio del PIK, de hecho, los impactos socioeconómicos negativos de los daños causados hasta la fecha se verán hasta 2050. Y probablemente se extiendan hasta 2100 si no actuamos desde ya

La muerte de personas a causa de catástrofes naturales -que cada vez se presentan más intensas-, el desplazamiento forzado de familias por la escasez hídrica, la multitud de especies al borde de la extinción por la pérdida de hábitats y la devastación de paisajes únicos como la selva amazónica ya deberían ser razones de por sí convincentes para movilizar a la sociedad. Pero nada más lejos de la realidad.

Es por ello que ahora, ante la evidencia de una severa amenaza a la economía -el motor del mundo y el interés principal de quienes perpetúan la indiferencia hacia el cambio climático-, comiencen a observarse cambios. Y sobre esta cuestión, la ciencia ya ha puesto sobre la mesa su última carta al demostrar que saldrá más caro ignorar la emergencia climática que actuar para mitigarla. 

Ahora es nuestro turno.