El turismo en República Dominicana: Pilar económico con desafíos estructurales

El turismo en República Dominicana: Pilar económico con desafíos estructurales
El turismo en República Dominicana: Pilar económico con desafíos estructurales

La República Dominicana ha convertido el turismo en una de las columnas vertebrales de su economía. Con una oferta variada que abarca desde playas mundialmente famosas hasta destinos de ecoturismo, el país ha logrado posicionarse como el líder turístico del Caribe insular. No se trata solo de visitantes y paisajes: el turismo representa cerca del 15 % del producto interno bruto (PIB) y es el principal generador de divisas, superando incluso a las remesas y a las exportaciones tradicionales.

Este dinamismo se traduce en cifras impresionantes. En 2024, el país recibió más de 10 millones de visitantes, con un impacto directo en sectores como la construcción, los servicios, el transporte y la agroindustria. Además, el turismo emplea de manera directa a más de 350,000 personas y de forma indirecta a muchas más, lo que lo convierte en un generador clave de empleo y movilidad social.

No obstante, esta dependencia también acarrea riesgos económicos que no pueden pasarse por alto. El turismo es una industria vulnerable a choques externos: crisis sanitarias, desastres naturales, inestabilidad geopolítica o recesiones en los países emisores pueden afectar drásticamente los ingresos. La pandemia de COVID-19 fue una muestra clara de esta fragilidad, cuando el país perdió miles de millones de dólares en pocos meses.

Además, existe una concentración geográfica y económica preocupante. Gran parte del desarrollo turístico se ha focalizado en zonas como Punta Cana, La Romana o Puerto Plata, mientras regiones con potencial siguen marginadas. Igualmente, muchas de las ganancias terminan en grandes cadenas internacionales, con escasa reinversión local.

El futuro del turismo dominicano como motor económico pasa por diversificar su oferta, mejorar la conectividad interna, apoyar al turismo comunitario y ecológico, y fortalecer los encadenamientos productivos que integren a los pequeños y medianos empresarios. También es fundamental implementar políticas fiscales y regulatorias que garanticen una distribución más equitativa de los beneficios, y reduzcan la vulnerabilidad macroeconómica ante shocks externos.

En conclusión, el turismo ha sido, y seguirá siendo, un puntal del crecimiento económico dominicano. Pero si se aspira a un desarrollo verdaderamente sostenible y resiliente, es momento de repensar su modelo y fortalecer sus cimientos desde una visión estratégica, inclusiva y de largo plazo.