«Los taínos descubrieron, mientras hervían la yuca, que el alimento se podía compactar cuando botaba el agua. Un día pusieron al fuego esa masa de almidón y comenzaron a producir el alimento más importante de su dieta’’. Aquiles Bueno tiene 73 años de edad y no le tiembla la voz. Su mirada a veces se pierde en los rosados nudos de la tarde, cuando lucha por no caerse en la estrechez de los caminos.
Ha vivido siempre en Santo Domingo y dice toda su verdad. No es historiador ni técnico industrial. Es un anciano leído que se ha especializado en la cultura taína. Conoce de memoria la industria del casabe, la que no vacila en resumir a grandes rasgos: ‘‘Fue la primera gran industria de América. Los indios lo empezaron a producir, lo almacenaban e intercambiaban con otras tribus. Se volvieron expertos en el cultivo de la yuca y la producción del casabe. Lástima que con el paso del tiempo no se le haya dado importancia. Hoy en día la producción de casabe está casi en extinción y si todavía se consume es porque los dominicanos insistimos en no dejarlo morir. Pero es una industria de ‘‘cheles’’.
La obrera
Josefa tiene sus ojos curtidos por el fuego. Lleva treinta años ‘‘pegada’’ a la leña. Gracias al casabe, sacó adelante a sus cuatro hijos, quienes emigraron a la Capital y la ayudaron a montar un ‘‘ranchito’’ más o menos digno. Ella reconoce que la paga del casabe no ha sido buena.
Hasta hace apenas cuatro años atrás, ganaba para mal comer. Ella se tuvo que dividir para que el dinero le alcanzara: ‘‘El casabe no deja. Incluso, es una industria romántica que se sigue más por tradición que por otra cosa. Pero es lo único que tenemos en Monción. En esta región no hay otra forma de ganarse la vida y todos le debemos algo al casabe. Yo quisiera que vinieran aquí las grandes empresas de la Capital y se asociaran con los productores locales y comenzaran a llevar casabe por todo el mundo. Pero parece que por ahora no va a ser. Por aquí han venido gentes de Venezuela y han hecho estudios y todo…Sí, hay que trabajar muy duro en el horno. Antes, cuando se quemaba en leña, una mujer producía unos cien paquetes diarios. Pero hoy, con los hornos de gas, la producción es cinco y seis veces superior. ¿Cómo he sobrevivido? He trabajado en varias empresas al mismo tiempo, sobre todo al principio, cuando la paga era muy poca. Ahora hay empresas que pagan mucho mejor’’.
Los herederos
Los apellidos Almonte y Valerio están muy vinculados a la historia del casabe en Monción, que equivale a decir en la República Dominicana.
El primero aportó no sólo la mayor y más moderna industria de hoy, Guaraguanó (nombre que proviene del jefe indígena que gobernaba el pueblo), sino que organizó una red de distribución y comercialización a nivel nacional que se ha expandido hacia Estados Unidos. El segundo, heredó de sus antepasados una tradición familiar que mantuvo y perfeccionó a lo largo del tiempo; tradición que comenzaba con el cultivo de la yuca y concluía con el producto listo para comer: la conocida industruia ‘‘La Ideal’’.
Nicolás Almonte, además de producir, hoy tantea por su cuenta el mercado internacional y ha formado a su hijo Andrés Nicolás en los trajines del oficio. De su parte, Cristian Valerio heredó el arte de su padre y hoy es el dueño de una de las cinco grandes industrias de casabe de Monción.
El futuro
‘‘Si el Gobierno decidiera apoyar a los productores de casabe, la situación fuera otra. Si hasta el presente las grandes empresas hemos sobrevivido es porque producimos también otros surtidos, desde las líneas de dulces hasta el maní y los rellenos: de la sola producción del casabe nadie vive’’.
El joven Andrés Nicolás Almonte no sólo ha aprendido el manejo de la fábrica con eficacia. Está consciente de la crisis actual del producto y del peligro de extinción que se cierne sobre el sector, de no ser tomado en cuenta por las grandes industrias. Es uno de los pocos productos nacionales que perviven, contra viento y marea. ‘‘El 90% del casabe que se produce en el mundo es elaborado en las industrias de la República Dominicana. Sólo Venezuela y Cuba hacen una pequeña cantidad. Hoy en día, el casabe se exporta para todo Estados Unidos, Canadá y otras regiones del Caribe. Sin embargo, los empresarios no han podido levantar un capital estable para invertir en la modernización del proceso industrial porque el producto no es rentable. Es cierto que se vende mucho, pero debido a su precio bajo, el margen de ganancia no es muy alto. Además, las grandes empresas han elevado el salario de sus empleados y ésto no deja una plusvalía suficiente como para hacer las inversiones que requiere la modernidad.
Diez años atrás, en la fábrica Guaraguanó, teníamos unos ciento sesenta empleados con el sueldo mínimo. Hoy, a pesar de su remozamiento industrial, sigue siendo la de mayor empleomanía, con setenta y dos obreros, y cada uno gana el doble de lo que se pagaba cuando fabricábamos el casabe con leña. Sólo exportamos el 10% de nuestra producción. Es decir, que casi trabajamos para el consumo nacional’’, asegura Almonte.
La gran producción
A diferencia de Guaraguanó, la industria ‘‘La Ideal’’ dedica el 70% de su producto a la exportación. Cristian Valerio dice que desecharon el empleo de los hornos de gas para no elevar el precio del producto: ‘‘Debido a los constantes aumentos del petróleo, volvimos a la leña para ser rentables. Antes gastábamos catorce mil pesos semanales en gas. Ahora, con sólo dos mil pesos producimos más casabe’’.
Valerio, al igual que su padre, se ha especializado en el proceso industrial. ‘‘Las cincuenta empresas de casabe de Monción y Santiago Rodríguez le garantizan a los productores agrícolas el consumo de unos mil quinientos quintales de yuca por día. Sin embargo, se nos hace más difícil la rentabilidad a los productores de casabe’’.
Sobre su industria, precisa datos de interés: ‘‘Casabe La ideal fabrica unas cuatro mil tortas diarias con un total de cuarenta empleados, que van desde choferes hasta los peladores de yuca. Esta debe ser especial, de la variedad llamada ‘‘amarga’’ que se produce aquí mismo en Monción y en campos de Corosito, Dajabón, Loma de Cabrera, Palmarejo, Santiago y La Vega. Es una variedad que tiene menos agua y más almidón y permite que al secarse, la materia prima tenga más cantidad y por tanto, se compacte mejor. Los suelos para este tipo de cultivo tienen que ser arenosos”.
El pionero industrial
Por el año 1974, el señor Nicolás Almonte era un empleado del correo del Municipio de Monción. Un día comienza a llevar en el baúl de su carro, junto con la correspondencia que le tocaba distribuir en Santiago, tortas de casabe, las cuales vendía a particulares y a algunos comercios por encargo.
En uno de esos viajes, encontró en su camino un motor eléctrico e inmediatamente pensó instalar una fábrica de casabe, en la cual podría utilizar ese motor para moler la yuca y así producir mayor cantidad. Renunció a su empleo en el correo y se dispuso a industrializar el casabe. El 16 de julio de 1976 inauguró una humilde empresa con cuatro burenes de barro, un molino eléctrico y una prensa de palos y piedras. Envolvía entonces su producto con el papel amarillo de los colmados. Después fue buscando nuevas formas de acomodación y rendimiento en la molienda de la yuca, la extracción del sumo amargo, para la preparación de la catibía; inventó la plancha de cemento, la plancha de gas y el uso del motor eléctrico.