En medio de la repentina recesión del turismo en Punta Cana, cuyo grifo cerrado ha provocado una escasez en los ingresos que percibe la economía nacional, este atractivo mantiene una actividad activa en medio de su ecología: la conservación de los gavilanes de La Hispaniola, una especie declarada en peligro de extinción.
Pese a la pandemia del COVID-19, la Fundación Fondo Peregrino, institución internacional sin fines de lucro que lidera el proyecto -junto a la Fundación Grupo Puntacana- sigue a distancia el monitoreo de los gavilanes. El pasado 13 de abril, les instalaron unos aros electrónicos en las patas a algunos de ellos para monitorear su comportamiento y determinar cómo va el crecimiento de su población.
Jake Kheel, vicepresidente de la Fundación Grupo Puntacana, sostiene que paralelamente al cuidado de los gavilanes, las instituciones educaron a los pobladores de Verón para que, cuando las aves salgan del complejo hacia esa zona, no les hagan daño. Algunos de esos comunitarios pertenecen al equipo de voluntarios que cuidan esta especie.
El trabajo de la preservación del Buteo ridgwayi, nombre científico del gavilán de La Hispaniola, empezó en 2009, cuando su población iba menguando en toda la isla. En la parte de Haití habían pasado 50 años sin avistar a estas aves.
Para ese año, el habitad de los gavilanes solo se encontraba en el Parque Nacional de Los Haitises, donde cada vez eran menos, debido a que los agricultores de la comunidad de Los Limones los cazaban por considerarlos una amenaza para las cosechas.
Fue ahí cuando empezó el trabajo del Fondo Peregrino con la Fundación Grupo Puntacana, según expresa Kheel. Lo primero que hicieron fue buscar un nuevo hogar a los gavilanes. Y como el complejo Puntacana Resort & Club no vive de la agricultura, sino del turismo, mudarlos para ese lado oriental de la isla no iba a presentar peligro.
En las palmeras del complejo turístico fue donde encontraron su lugar para vivir. Este árbol es su favorito para anidar. Desde ahí se mueve por los bosques en busca de su comida favorita: serpientes, lagartos, ranas y sapos, pequeños roedores, murciélagos y aves.
Los primeros “inquilinos” del complejo fueron tres gavilanes. Eran pichones que se llevaron desde Los Haitises a Punta Cana, según comenta Kheel vía telefónica con Diario Libre.
En la Fundación Grupo Puntacana instalaron un laboratorio para hacen estudios sobre la vida de los gavilanes y el equipo que cuida de estas aves está conformado por investigadores, educadores y voluntarios.
Cada año se iban llevando más gavilanes hasta que los más jóvenes formaron parejas y empezaron a reproducirse. Acorde iban pasando los años, su migración se incrementaba más hasta que ese pedazo de tierra, conocido en el mundo por sus blancas playas y sus extensos campos del golf, se convirtió en el segundo lugar del país con más presencia de estas aves después de Los Haitises.
“Estas aves se han convertido como un símbolo de la conservación en Punta Cana, con alrededor de 100 a 150 unidades dispersas en sus bosques. Para aumentar su población tienen 18 parejas con nidos, dentro de los cuales, hay 30 huevos y solo en esta temporada han nacido 13 pichones, según relata Kheel. Una pareja de gavilanes puede dar tres huevos. De esos, pueden sobrevivir uno o dos pichones.
“Es un proyecto muy lindo y es muy interesante, porque tu sabe, el sector privado vive del turismo, no vivimos de gavilanes”, según expresa Kheel.
El gavilán de La Hispaniola, que acorde a los estudioso es “primo hermano” del guaraguao, se distingue por tener su parte superior de color gris, marrón oscuro, mientras que la inferior es gris con un lavado rojo marrón. Para distinguir el sexo, los machos son más grises que las hembras y tienen el doblado del ala de un brillante color rojizo marrón, mientras que la hembra tiene un pecho más claro, con más barras, y es un cuarto más grande que el macho.
Una población que crece
Además de Punta Cana, la conservación de los gavilanes sigue en Los Haitises. También este año, introdujeron parejas en el área protegida de la comunidad Aniana Vargas, en la provincia Monseñor Nouel. Y por primera vez en 50 años, se observaron tres gavilanes en las islas Les Cayemites, en Haití, donde la presencia de los gavilanes era abundante.
En total, son cuatro lugares donde hay poblaciones de gavilanes en toda La Hispaniola. Un gavilán dura tres años para empezar a reproducirse, pero dentro del complejo del Grupo Puntacana el tiempo es menor por el cuidado que reciben ahí. Mientras que el tiempo de vida puede pasar de 10 años, según indica Kheel.