En el corazón del Caribe, donde las aguas turquesas y las playas de arena blanca atraen a visitantes de todo el mundo, se esconde una realidad que no siempre se muestra en las postales: la necesidad de un compromiso real con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) por parte de la floreciente industria hotelera.
Mientras que la República Dominicana brilla con una de las mayores cantidades de habitaciones hoteleras en la región, es esencial examinar la estructura de costos de estos hoteles, no solo en términos de beneficios económicos, sino también en su contribución al entorno social y medioambiental que los rodea.
Los resorts en el Caribe, desde gama media hasta alta, operan con una estructura de costos que puede variar entre $75 y $150 dólares por noche por habitación. Sin embargo, es vital destacar que esta estructura rara vez incluye una inversión significativa en el mantenimiento de las áreas de acceso a las comunidades locales.
Esta omisión plantea la cuestión de si los hoteles deberían adoptar un enfoque más amplio de RSE que beneficie no solo a la sociedad y al medio ambiente, sino que también redunde en una mejor reputación empresarial y en la lealtad de los clientes.
A razón de los precios promedios que se venden una habitación por persona por noche en un resort del Caribe puede variar significativamente, (por ejemplo, si es un resort de lujo o de gama media), el tamaño y nivel de lujo de la habitación, la temporada turística y las instalaciones y servicios específicos que ofrece el resort, el caso de Punta Cana es ofrecido aproximadamente entre $150 a $ 800, menos los costos para su mantenido, claro que puede sacarse algo para socorrer el entorno.
Es innegable que la contribución económica de la industria turística en República Dominicana es significativa. Sin embargo, esta contribución no debería limitarse únicamente a la creación de empleos, compras locales e ingresos fiscales. Los hoteles y resorts deben considerar seriamente su papel en la mejora del entorno social de las comunidades que los rodean.
Un ejemplo concreto es la zona de Verón-Punta Cana, un sueño turístico. Aunque los resorts han sido impulsores económicos gracias a la protección de leyes incentivos exoneraciones de impuestos. Estas inversiones han sido cruciales, las cuales han contribuido al crecimiento económico del país, pero este capital tiene no presencia social por lo poco han hecho para mejorar sus entornos sociales.
Calles deterioradas, aceras en mal estado (Avenida Alemania, Bávaro) y falta de servicios básicos son realidades que contrastan y comparten esos espacios con los lujosos hoteles sin ofrecer un detalle para aliviarlas.
La RSE va más allá de la filantropía ocasional. Implica un compromiso continuo con la comunidad y el medio ambiente. Los resorts pueden invertir en proyectos que mejoren la calidad de vida de las residentes, como la restauración de áreas públicas, la provisión de servicios básicos y la promoción de la cultura local.
Es sentirse parte más allá de compartir este destino. Estos gestos no solo son éticos, sino que también pueden tener un impacto positivo en la reputación de la empresa, la lealtad de los clientes y la atracción y retención de talento.
En un mundo cada vez más consciente de los problemas sociales y medioambientales, la RSE se ha convertido en una parte esencial de la estrategia empresarial. Los hoteles del Caribe, específicamente los que están localizados en La Altagracia deben asumir un papel de liderazgo en la promoción de prácticas comerciales sostenibles y en la creación de un impacto positivo de las comunidades.
Esta responsabilidad no solo es moral, sino que también es determinante para el bienestar a largo plazo de la industria turística en la región y para la imagen global de la República Dominicana como un destino turístico ejemplar.
La inversión en la RSE no solo es un acto de generosidad, sino una inversión en el futuro sostenible de la industria hotelera en el Caribe. Es hora de que los resorts no solo abran sus puertas a los turistas, sino también a la responsabilidad social y al compromiso con las comunidades que los acogen.