La esperanza en el desarrollo de Samaná

La Provincia de Samaná, en cualquier ángulo de su geografía: desde sus carreteras o miradores, con los cuales Dios decoró el bello paisaje de la Bahía, se logran ver montañas, cocoteros, la sonrisa blanca de las olas, sus playas y la esperanza de su gente. En Samaná, el alma del bosque, el pulso del Atlántico y memoria de los pueblos se abrazan como una promesa de un desarrollo con rostro humano.

Los samaneses entretejen su ADN, en las hélices de su mapa genético, a través de su lengua, su identidad rica y diversa, su cultura y tradiciones populares: el taíno, europeo y afroamericano libre, se cruzan desde hace más de 5300 años. La biodiversidad, marina y boscosa, es una de sus prendas. El 37% de la provincia está cubierta de bosques, con siete zonas protegidas, sus Santuarios de Mamíferos Marinos, que nos regalan el espectáculo de las ballenas cada año y parecería no importarle que el equilibrio ecológico se encuentre amenazado por la erosión costera, los rellenos en los humedales y la contaminación ocasionada por los residuos sólidos.

La provincia es rica en variedad de aves, manglares y arrecifes que protegen la biodiversidad y nos regalan su protección ante los fenómenos naturales.

Desborda esperanza el anhelado desarrollo sostenible a través de corredores ecológicos, la zonificación turística, la mejora y creación de conectividad con el soñado boulevard turístico del Atlántico, una mayor integración regional, el avance y terminación de los Puertos de Samaná y Arroyo Barril, la pronta llegada de miles cruceristas, la recuperación del Aeródromo de El Portillo, el crecimiento del número de empresas y asociaciones locales que operen bajo el criterio de sostenibilidad.

Las aguas subterráneas y los ríos es una de las realidades vistas con mayor nivel de preocupación y esperanza por sus habitantes y autoridades, golpeadas por la excavación de caliche, los desarrollos inmobiliarios y la gestión hídrica.

Desborda esperanza la combinación del turismo de sol, playa, montaña, vida silvestre, cultural, el Museo de la Ballena y la visibilidad de la identidad local, que muestre las fortalezas de los pueblos de Samaná, Sánchez y Las Terrenas. Crea expectativa pensar en un territorio que lo tiene todo y que apenas se encuentra en la aurora de un futuro brillante, desde donde se practique un turismo sostenible, educación ambiental y se protejan las zonas en riesgos, la sensibilización a los moradores y a los visitantes, las alianzas público-privadas para la inversión en los territorios, el diálogo interinstitucional que frene un modelo de crecimiento depredador y proteja todo su capital natural, entre ellos, el Salto del Limón.

La provincia de Samaná está llena de realidades y de esperanza, por lo que posee y por lo que será en un futuro próximo: nacionales y extranjeros, autoridades y ciudadanía, empresarios y comunitarios han puesto sus ojos en estas tierras benditas: la esperanza está en “su historia relevante, intensa y densa”, al decir del historiador Roberto Santos Hernández; en sus costas que acogen cada año la danza majestuosa de las ballenas jorobadas, en sus campos fértiles que ofrecen frutos tropicales y vida, en sus comunidades pesqueras que resisten con dignidad, en sus jóvenes profesionales que buscan transformar realidades y en su historia de acogida a pueblos libres que sembraron cultura, renovación y fe: Santa Bárbara y la Chorcha. Es la tierra donde el pasado, inspira; el presente, lucha y el futuro, asoma como promesa.