Mañana de subjuntivo, tarde de 'pintxos': ¿qué es el turismo lingüístico?

Los turistas se van a casa . Este mensaje abiertamente hostil forma hoy parte del entorno en poblaciones que años atrás veían en sus visitantes creadores de empleo y activos indispensables para el desarrollo de su zona. Recientemente, en cambio, se hacen eco de campañas contra la gallina de los huevos de oro para la economía de no pocos países. ¿Qué ha cambiado?

El modelo turístico actual ha sido diseñado en un turismo masivo con consecuencias adversas para los residentes y la calidad ambiental . Se habla de “turistificación” y “gentrificación” , de pérdida de calidad de vida para los residentes, de consumo excesivo de agua y energía o de la homogeneización de un comercio cada vez más orientado al turista; estos son algunos de los males asociados a una actividad con siglos de existencia cuya democratización y masificación nos hace hoy ver el lado malo.

A pesar de esta percepción tan negativa que, por otra parte, no es nueva , también podemos reconocer que una gran parte de los turistas respetan el entorno y se interesan por las costumbres locales mientras disfrutan del clima y de la gastronomía del lugar elegido para pasar unos días. Algunos de ellos, además, vienen con otros objetivos asociados a distintos tipos de turismo: de aventura, de negocios , ecoturismo , etc. Entre todos ellos, hay uno que posiblemente no haya escuchado nunca: el turismo lingüístico.

Subconjunto de turismo cultural

A pesar de las cifras positivas que lo avalan , el turismo lingüístico es un gran desconocido: una búsqueda simple sobre tipos de turismo (hagan, si quieren, la prueba) arrojará escasos resultados, y la modalidad lingüística simplemente no aparecerá.

Por sus características podría considerarse un subconjunto del turismo cultural, o también podríamos incluirlo en la interacción entre lo cultural, lo académico y lo educativo . Quizás esté llegando la hora de que tenga entidad propia.

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¿Qué es el turismo lingüístico?

El turismo lingüístico o turismo idiomático consiste en realizar un viaje con el objetivo de aprender (o perfeccionar) una lengua, combinando esta experiencia con una inmersión cultural en destino.

Es una actividad que atrae a perfiles que no solo viajan por un interés personal por la lengua y la cultura, sino también por motivos profesionales o académicos. Además, en los últimos años hay quien se deja llevar por tendencias que llegan desde redes sociales como TikTok o Instagram, mediante prescriptores que recomiendan un destino concreto para dar un paso más en la lengua que estemos aprendiendo.

Las posibilidades del turismo lingüístico son innumerables: una estancia de unas semanas en Salamanca recibiendo clases de español en una academia, preparar una certificación lingüística y realizar a la vez un curso de posgrado en Lisboa, una semana aprendiendo francés en Burdeos mientras recorremos los viñedos de la zona… La experiencia lingüística se entrelaza con la cultural en un contexto de inmersión, resultando en un proceso de transformación profunda en numerosos aspectos .

Lenguas preferidas

Respecto a las lenguas que resultan más atractivas, en esto no hay sorpresa. Al turista idiomático le atraerán principalmente los idiomas de prestigio , que ofrecen más oportunidades profesionales. No es de extrañar, por tanto, que el inglés, el español y el francés se encuentren a la cabeza frente a otras lenguas con menos hablantes o (al menos en teoría) más complejas para el turista idiomático tipo.

Destinos como Reino Unido, Irlanda, España y Francia, por centrarnos en nuestro entorno, que son además culturalmente muy ricos, son imanes para turistas lingüísticos de todo el mundo. Las cuestiones económicas unidas a otras variables como la imagen del país, las conexiones o el clima determinan finalmente la selección del destino y la duración de la estancia porque, ¿por qué no extender unas semanas más el curso de inglés en Malta?

¿Qué diferencia el turista lingüístico de otros tipos?

Al igual que a las comunidades locales, al turístico lingüístico le desagradará que los barrios más céntricos de las grandes ciudades transformen sus comercios para adaptarse al gusto del visitante. El visitante idiomático busca lo contrario: la autenticidad, mezclarse con la gente local, vivir la experiencia lingüística y cultural de la forma más genuina posible. Al turista de sol y playa, estos aspectos le importan mucho menos.

La homogeneización de comercios y restaurantes que repiten patrones y productos que encontramos en numerosos lugares del mundo están lejos, por tanto, de esa búsqueda por el contraste con su lugar de origen y sus costumbres.

¿Qué aporta el turismo lingüístico?

La respuesta más inmediata es el beneficio económico. De ahí a que el turismo lingüístico se define como actividad económica a medida que va posicionándose como activo que genera cada año unos ingresos nada desdeñables.

Así, los indicadores presentados en Fitur Lingua, espacio dentro de FITUR (Feria Internacional del Turismo) dedicado a la promoción del español y al turismo idiomático, dibujaron un sector en pleno auge: 602.662 estudiantes internacionales generaron en el curso 2022-2023 casi 6.400 millones de euros en la economía española. La cifra, aunque impactante, deja fuera a los alumnos del Instituto Cervantes ya parte de los estudiantes de las escuelas de español, pero incluye alumnos de grado y máster, estudiantes Erasmus+ entrantes, así como participantes de otros programas de intercambio o movilidad y los auxiliares de conversación procedentes de EE. UU. UU.

No obstante, más allá del impacto económico, lo que impulsa al turista idiomático es la inmersión lingüística y el entendimiento mutuo entre culturas. Un turismo así, sostenible y respetuoso, quizás no sea la única solución frente a la turistificación, pero sí una de las más prometedoras para que viajar siga siendo un acto de descubrimiento que además preserve la autenticidad de los destinos. «Turistas lingüísticos, volved a casa»